BIENVENIDOS, AQUI SUBIRE LOS PRIMERO CAPITULOS DE LOS LIBROS LA CASA DE LA NOCHE EN ESPAÑOL!! ESPERO OS GUSTE!!!

martes, 7 de abril de 2009

capitulo 3 de traicionada

CAPITULO 3
- Sí, Zoey, entiendo todo lo que estás diciendo, pero ¡¡hola!! Afrodita va a
tratar de conseguir un modo para que te expulsen como líder de las hijas
oscuras, así que no veo necesario sentir pena por ella - dijo Stevie Rae.
- Lo sé. No estoy sintiendo sentimientos cálidos y difusos sobre ella. Estoy
diciendo que, después de ver a sus psico padres entiendo por qué ella es
como es.
Fuimos caminando a la primera hora. Bueno, en realidad, Stevie Rae y yo
prácticamente íbamos corriendo a la primera hora. Como de costumbre, era
tarde. Yo sabía que no tenia que haber tomado ese segundo plato del Conde
Chocula.
Stevie Rae rodó sus ojos.
- Y tú dices que soy demasiado buena.
- No estoy siendo amable. Solo es comprensión. Pero no cambia el hecho de
que Afrodita actúa como una vieja perra del infierno.
Stevie Rae hizo una inhalación con mucho ruido y sacudió su cabeza,
causando que sus rizos rubios botaran como si fuera una niña. Su corte de
pelo era extraño en la Casa de la Noche, donde todos, incluso la mayoría de
los chicos, llevaban ridículamente el pelo largo. Bueno, mi pelo siempre ha
sido largo, pero todavía fue muy raro cuando llegué aquí por primera vez y
fui bombardeada con secador de pelo. Ahora tiene perfecto sentido.
Parte del cambio físico que ocurre cuando nos convertimos en vampiros es
que nuestro cabello y las uñas crecen anormalmente rápido. Después de un
poco de práctica, puedes decir qué años tiene un joven sin el control de la
cresta de su chaqueta. Los vampiros son diferentes a los seres humanos (no
sólo la parte mala diferentes, diferentes), su cuerpo se ve diferente,
también.
- Zoey, no me estas escuchando.
- ¿Huh?
- Dije, que no dejes que Afrodita se acerque y no bajes la guardia. Sí, tiene
una pesadilla de padres, pero son los que llevan el control y la manipulación.
Ella todavía te odia y es vengativa. Cuidado con ella.
- Oye, no te preocupes.
- Bien, bien. Te veo en tercera hora.
- Nos vemos - le di la espalda. Jo es tan guerrera.
Entre en la primera clase y acababa de tomar mi asiento en la mesa junto a
Damián, cuando levantó una ceja y me dijo:
- ¿Otros dos bol por la mañana?-
Cuando la campana sonó y Neferet entro en la sala.
Bien, sé que es limítrofe con extraños (o quizás esa palabra es la mejor
elección) reconocemos continuamente a una mujer hermosa cuando tu eres
una mujer, pero la maldita Neferet es hermosa y tiene la capacidad de
concentrar toda la luz de la habitación en sí misma. Ella llevaba un sencillo
vestido negro, totalmente negro que iba a morir a la altura de las botas.
Tenía pendientes de la Diosa de plata y, como siempre, la Diosa de plata
bordada descansaba sobre su corazón. No se parece exactamente la Diosa
NYX que yo había visto en una visión el día que me marcaron, pero la Diosa
tuvo una aura de fuerza y confianza. Voy a admitirlo. Quería ser ella.
Hoy fue inusual. En lugar de conferencias para más de la hora (y no,
sorprendentemente no fue suficiente porque Neferet no es un profesor
aburrido) nos dio un ensayo sobre la asignación de Gorgona, que habíamos
estado estudiando toda la semana. Nos enteramos de que en realidad no
había sido un monstruo que convirtió a los hombres de piedra con un solo
vistazo. Había sido una famosa Vampira Alta Sacerdotisa cuya Diosa le
había dado un don por afinidad, o una conexión especial, por la tierra, que
es, probablemente, "piedra " de ahí vino el mito. Estoy casi segura de que si
una vampiresa Alta Sacerdotisa está bastante molesta y tiene una conexión
mágica con la tierra (piedras provienen de la tierra), podría fácilmente
transformar a alguien en granito. Así que hoy la tarea consistía en escribir
un ensayo sobre el mito y el simbolismo, y el sentido de la ficción de la
historia de la Gorgona.
Pero yo estaba demasiado inquieta para escribir. Además, había tenido todo
el fin de semana para terminar el ensayo. Yo estaba mucho más preocupada
por las Hijas Oscuras. La luna llena es el domingo y va a dar lugar el ritual
de las hijas oscuridad. Me di cuenta de que todo el mundo estaba
esperándolo y también el anuncio sobre los cambios que planeé hacer. Uh,
necesitaba tener una pista sobre esos cambios. Sorprendentemente, esto
me hizo tener una idea, pero definitivamente necesitaba ayuda.
Damien hizo caso omiso de mi bloc de notas y me fui hasta la mesa de
Neferet.
-. ¿Algún problema, Zoey? - pregunto.
- No. Uh, sí. Bueno, en realidad, si quisiera excusarme para el resto de la
hora.- Me di cuenta que estaba nerviosa. Sólo llevaba en la Casa de la noche
un mes, y todavía no está segura sobre el protocolo para ser excusado de
clase. Quiero decir, sólo había dos niños en todo el mes que se habían
enfermado. Y habían muerto. Ambos. Sus cuerpos habían rechazado el
cambio, un hecho que había pasado delante de mí durante las clases de liras
italianas. Había sido totalmente brutal. Pero a no ser el hecho ocasional de
morir algún estudiante rara vez la gente se perdía las clases. Neferet me
estaba mirando, y me acordé de que ella era una INTU positivo y podría
probablemente ver el sentido ridículo balbuceando en mi cabeza. Suspire.
- Es sobre cosas de las Hijas oscuras. Quiero llegar a un nuevo liderazgo de
ideas.
Ella miró complacida.
- ¿Puedo ayudarte?
- Probablemente, pero tengo que hacer algunas investigaciones y obtener
mis ideas en primer lugar.
- Muy bien, ven a mí, cuando esté listo. Y no dudes en pasar todo el tiempo
que necesites y en utilizar todos los medios adecuados- dijo Neferet.
Dudé.
- ¿Necesito un pase?
Ella sonrió.
- Yo soy su mentor y te he dado permiso, ¿qué más podrías necesitar si no
mi autorización?
- Gracias - dije, y me apresure a cruzar la sala llena de estudiantes. Sería
tan feliz, si pasara el tiempo suficiente para que aprendiera todas las
normas de la escuela. Y, de todos modos, no sé porque había estado tan
preocupada. Las salas estaban desiertas. A diferencia de mi antigua escuela
preparatoria (High School Sur Intermedio en Broken Arrow, Oklahoma, que
es totalmente un aburrido suburbio de Tulsa) no hubo un Napoleón,
demasiado bronceado y vice director con mejor cosa que hacer que
merodear por los pasillos y acosar a los estudientes.¡Ralentizando! me dije a
mí misma para relajarme Jo, me he estresado mucho últimamente.
La biblioteca estaba en el centro de la zona frontal de la escuela en un lugar
fresco multinivel que había sido construido para imitar la torreta de un
pequeño castillo, que encajaba bien con el resto de la escuela. Todo esto
parecía algo del pasado. Esa fue probablemente una de las razones por las
que atrajo la atención de los vampiros hace cinco años. Anteriormente no
era una escuela de los niños ricos "de preparación escolar”, sino que había
sido construido como un monasterio de San Agustín la gente de Fe.
Recuerdo que cuando pregunte de qué manera habían conseguido que se lo
vendieran a los vampiros Neferet me había dicho que les había hecho una
oferta que no podían rechazar. Con el recuerdo del peligroso tono que su voz
había tomado aún se me eriza la piel.
- Me-eeh-UF-ow!
Salté y casi orinó sobre mí.
- ¡Nala! ¿No te me subas!
Indiferente, mi gata se lanzó a sí misma a mis brazos, y tuve que hacer
malabares con el portátil, el bolso, y la pequeña (pero gordita), gata de color
naranja. Todo el tiempo Nala se quejó en su voz de gato malhumorada. Ella
me adora, y me había elegido definitivamente como suya, pero eso no quiere
decir que ella siempre fuera agradable. Pasé con ella, y empuje la puerta
abierta al centro de medios de comunicación.
Neferet se lo había dicho a mi estúpido perdedor padrastro John. Los
Gatos vagan libres por todo el colegio. A menudo, seguían a "su" chico a
clase. Nala, en particular, me gustaba encontrarla varias veces al día. Había
que insistir en la nada su cabeza, se quejaba un poco de mí, y luego se
marchaba e iba hacer lo que los gatos hacen en su tiempo libre. (¿Planean la
dominación del mundo?)
- ¿Necesita ayuda con ella? – la encargada de la sala pregunto. Sólo la conocí
brevemente durante mi semana de orientación, pero me recuerda a alguien
su nombre es Safo. (Uh, ella no era la real Sappho-Vampyre poeta que había
muerto como hace mil años-que ahora se estudia su trabajo en clase de liras
italianas).
- No, Safo, pero gracias. A Nala no le gusta a nadie excepto yo.
Safo, era una pequeña morena vampiresa cuyos tatuajes eran símbolos del
alfabeto griego eso me había dicho Damián, sonrió con cariño a Nala.
- Los gatos son muy interesantes, ¿no te parece?
Mudé a Nala a mi otro hombro y me murmuraba en mi oído.
- Definitivamente no son perros - le dije.
- ¡Gracias a la diosa por eso!
- ¿Te importa si uso una de los ordenadores?- el centro de medios de
comunicación estaba rayado con filas y filas de libros, miles de ellos y
también tenía un lugar nuevo, para el ordenador.
- Por supuesto, está en su casa y siéntase en libertad de llamarme, si no
puede encontrar lo que necesita.
- Gracias.
Me senté frente a un equipo en una mesa grande y agradable e hice clic en
Internet. Esto fue algo diferente a mi vieja escuela. Aquí no había
contraseñas de Internet ni filtros ni tampoco programas ni sitios
restringidos. Aquí se espera que los estudiantes actúen con sentido y
responsabilidad como los vampiros, a los que es casi imposible engañar. Sólo
pensar en tratar de mentir a Neferet me hizo doler el estómago.
Centrarse y dejar de andar por ahí . Esto es importante para la idea que
estaba paseándose por mi cabeza. Ha llegado el momento de mirar si había
algo para ella. Y tire de Google, escribí "escuelas preparatorias privadas."
Tropecientas páginas web aparecieron. Empecé a reducir la búsqueda. N
quería exclusivas y de clase alta (ninguna de estudiantes pijos "alternativa
academias" que fueron realmente las plumas para la futura celebración de
los delincuentes-ugh). También quería antiguas escuelas, que lo habían sido
generación tras generación. Estaba buscando algo que había pasado la
prueba del tiempo.
Pude encontrar fácilmente Chatham Hall, que fue la escuela que los padres
de Afrodita habían arrojado en su cara. Se trata de una exclusiva en costa
este y una escuela de preparación. Hice clic y la quite. Cualquier lugar
aprobado por los monstruosos padres de Afrodita no sería algo que yo
querría utilizar como modelo. Seguí buscando .. . Exeter ... Andover ... Taft
... Señorita Porter (de verdad-hee-hee es el nombre de la escuela) ... Kent ..
- Kent. He oído antes ese nombre - le dije a Nala, que se había doblado por
encima de la mesa para que pudiera ver mi búsqueda. Hice clic en él. - Es en
Connecticut, por eso me era conocido. Aquí era donde Shaunee había ido
antes de ser marcada.
Busqué a través del sitio, con curiosidad por ver donde Shaunee había
pasado la primera parte de su primer año (o el tercer ex año). Había sido
una escuela no se podía negar. Atascado en marcha, seguro, pero había algo
que parecía más acogedor que cualquiera de las otras escuelas de
preparación. Tal vez fue simplemente porque sabía que Shaunee había
estado. Había cumplido con pasar por el sitio web y ya lo iba a dejar cuando
de repente me senté recta en la silla.
- Esto es todo - me murmure a mí misma. - Este es el tipo de cosas que
necesito.
Saque mi pluma y el cuaderno de papel y estuve ocupada tomando notas.
Muchas notas.
Si Nala no hubiese siseado una advertencia, yo habría saltado del susto
cuando una voz profunda hablo detrás de mí.
- Te ves completamente absorta en eso.
Mire sobre mi hombro y me congele. ¡Oh dios mío!.
- Lo siento, no quería interrumpirte. Es tan raro ver a un estudiante escribir
febrilmente en un cuaderno, en lugar del picoteo en las teclas del
ordenador, que he pensado que podrías estar escribiendo poesía. Verás, yo
prefiero escribir poesía a mano. El ordenador es demasiado impersonal.
¡Deja de ser tan idiota! ¡Habla con él! Mi mente me gritó.
- Yo-uh-no sé escribir poesía - Dios, fue brillante.
- Oh, bueno. No perdí nada por comprobar. Así estoy hablando contigo.
Él sonrió y comenzó a darme la espalda y mi boca finalmente comenzó a
trabajar un poco más correctamente.
- Uh, también creo que los ordenadores son impersonales. Realmente nunca
he escrito poesía, pero cuando escribo algo que es importante para mí me
gusta hacerlo así.- Totalmente dorklike, celebré mi pluma.
- Bueno, tal vez deberías intentar escribir poesía. Suena como que podrías
tener el alma de un poeta - Sostuvo su mano - Por lo general, sobre esta
hora del día suelo venir para dar un descanso Sappho. No soy un profesor a
tiempo completo, estoy aquí sólo para un año escolar. Acabo de dar dos
clases, así que tengo más tiempo. Soy Loren Blake, Vampiro Poeta Laureado.
Yo cogí su antebrazo en el tradicional saludo Vampiro, e intente no pensar
acerca de cómo se sentía su brazo, ¿cómo se sentía? fuerte, y la manera en
que estábamos solos en el centro de medios...
- Lo sé - le dije. Entonces quería cortar mi garganta. ¡Qué cosa idiota acabo
de que decir! - Lo que quiero decir es que sé quién es usted. Usted es el
primer Poeta Laureado de sexo masculino que han llamado en doscientos
años - Me di cuenta de que todavía me agarraba el brazo y no me dejaba
que me separada de él.
- Soy Zoey Redbird.
Su sonrisa hizo que mi corazón retumbara dentro de mí, en todo el pecho.
- Yo también sé quién eres tú - Su hermosa mirada, tan oscura que parecía
negra y sin fondo, brillaba maliciosamente.
- Eres la primera joven en tener una ampliación alrededor de marca, así
como la única vampiresa, joven o adulta, en tener afinidad con los cinco
elementos. Es lindo conocerte finalmente cara a cara. Neferet me hablo
mucho sobre ti.
- ¿Ella lo hizo? - Yo estaba mortificada.
- Por supuesto que lo hizo. Esta increíblemente orgullosa de ti - Él se sentó
en el asiento vacío a mi lado - No quiero interrumpir tu trabajo, pero ¿Te
importa si me siento contigo un rato?
- Sí, claro. Necesito un descanso. Creo que mi trasero se ha dormido - Oh,
Dios, ¡tierra trágame!.
Se rió.
- Pues bien, ¿te gustaría estar a la misma altura, me siento?
- No, yo-uh sólo cambio mi peso- Y luego me voy a lanzar por la ventana.
- Por lo tanto, si no es demasiado personal, ¿puedo pedirte que me enseñes
en lo que estabas trabajando de manera tan diligente?
Bueno, yo tenía que pensar y hablar. Ser normal. Olvidar que es hermoso. Él
es un profesor de la escuela. Sólo otro profesor. Eso es todo. Sí, claro. Sólo
otro profesor que parecía el sueño de toda mujer, El hombre perfecto. Y lo
hice es un hombre. Erik es caliente y guapo y muy fresco. Loren Blake era un
universo completamente diferente. Un hombre totalmente fuera de límites,
imposiblemente sexy de otro universo No se me permitía el acceso a él.
Aunque él me mirara como cualquier cosa menos un niña de todos modos. Por
favor. Tengo dieciséis años. Bueno, casi diecisiete, pero aún así. Él es
probablemente por lo menos veinte años más mayor o algo así. Fue
simplemente bonito. Es más que probable que él solo quería mirar más de
cerca mis freaky Marcas. Él podría ver la recogida de mi investigación muy
embarazoso para un poeta como él.
- ¿Zoey? Si no quieres decirme en lo que estás trabajando, eso está bien.
Realmente no significa que me moleste.
- ¡No! Está bien.- tome una respiración profunda y hable. - Lo siento supongo
que aún estaba pensando en mi investigación- mentí, viendo que era un joven
vampiro que no tenía el increíble detector de mentiras que los antiguos
profes tenían. Reaccione rápidamente. - Quiero cambiar las hijas oscuras.
Creo que hay que fundar algunas normas claras y directrices. No sólo
participar, pero una vez que le debe haber en las normas. No debe ser dado
un pase a ningún idiota que quiera entrar, y aún obtener el privilegio de ser
un hijo o hija oscuro. - En la pausa pude sentir mi cara caliente y roja. Debo
sonar como una idiota.
Pero en lugar de reírse de mí o, peor aún, decir algo empalagoso y despegar,
parece que estaba teniendo en cuenta lo que dije.
- Entonces, ¿qué has decidido? - preguntó.
- Bueno, me gusta la manera en que esta escuela privada llamada Kent dirige
su grupo de liderazgo estudiantil. Mira - Hice clic derecho sobre el enlace y
leí el texto. - El Consejo Superior y Prefecto del sistema es una parte
integral de la vida en el Kent. Estos estudiantes son elegidos como líderes
que prometen ser modelos y gestionar todos los aspectos de la vida
estudiantil en Kent.- Usé mi pluma para apuntar a la pantalla del ordenador
- Mira, hay varios prefectos, que son elegidos para cada año del Consejo por
los votos de los estudiantes y la facultad, pero la elección final se realiza
por el Rector que sería Neferet y el Prefecto Principal.
- ¿Qué sería usted - dijo.
Podía sentir mi cara enrojecerse. Otra vez.
- Si. También dice que cada mes de mayo los nuevos miembros del Consejo
intentan « aprovechar » para ser nombrados como sea posible para el
próximo año escolar, y hay un gran servicio una fiesta de celebración - Me
sonrió y dijo, más para mí que él.
- Suena como un nuevo ritual que NYX aprobaría - Como he dicho sentí la
rectitud de las palabras dentro de mí.
- A mí me gusta - dijo Loren. - Creo que es una gran idea.
- ¿En serio? ¿Realmente lo piensas?
- Hay algo acerca de mí que debes saber. No miento nunca.
Yo le miraba a los ojos. Que parecían no tener fondo. Él estaba sentado tan
cerca de mí que podía sentir el calor de su cuerpo, que me hizo temblar y
tuve que reprimir una repentina avalancha de lo prohibido.
- Bueno, gracias entonces - le dije suavemente. Una sensación de repente,
me siguió. - Quiero que las hijas oscuras sean algo más que sólo un grupo
social. Quiero que sirvan de ejemplo para hacer las cosas. Así que pensé que
cada uno de nosotros tendrá que jurar y celebrar los ideales que
representan con los cinco elementos.
Sus cejas subieron.
- ¿Qué tienes en mente?
- Las hijas e hijos oscuros deben jurar su autenticidad para el aire, el fiel
fuego, el sabio agua, la tierra de empatía, y sincera para el espíritu.-
Terminé sin mirar mis notas. Conocía los cinco ideales de memoria. Por lo
tanto, le miraba fijamente a los ojos. No dijo nada por un momento. Luego,
lentamente, puso un dedo sobre la línea de mi tatuaje. Quería temblar bajo
su tacto, pero no podía moverme.
- Bella, inteligente e inocente - susurró. Luego recitó con su increíble voz -
"La mejor parte de la belleza es la que ninguna imagen puede expresar."
- Siento interrumpir, pero realmente no necesita salir con los próximos tres
libros de esta serie para la profesora Anastasia".
La voz de Afrodita rompió el hechizo entre Loren y yo, así como casi me da
un ataque al corazón. En realidad, parecía como Loren sacudido como me
sentía. Quito su mano de mi cara y caminó rápidamente a la caja. Me senté
en mi silla, tratando de mirar ocupada los garabatos de mis notas (que eran
en realidad, bueno, garabatear). Había oído a Sappho volver y hacerse
cargo de revisar los libros de Afrodita. Pude escuchar a Loren irse, y casi
como si no lo pudiese evitar, me volteé y le mire. Estaba caminando por la
puerta y no me prestó más atención.
Pero Afrodita me mira directamente con una sonrisa malvada en la curva
perfecta de sus labios.
Bueno, al infierno.

capitulo 2 de traicionada

CAPÍTULO DOS
Estaba increíblemente aliviada cuando Neferet me dijo que no había ninguna
razón para que me quedara en el hall de recepción. Después de la escena con
mi familia sentí como todo el mundo me estaba mirando. Yo era, después de
todo, la chica con las Marcas y la pesadilla de la familia. Tomé el camino
corto para salir de la sala de recepción que me condujo fuera a través del
patio, muy pocas de las ventanas de la sala miraban hacia allí.
Era poco después de medianoche, era un horario extraño para una jornada
de puertas abiertas, pero las clases de la escuela comienzan a las 8:00 PM, y
termina a las 3:00 am. En la superficie parece tener más sentido el horario
de visita de los padres que comienza a las 8:00, o quizá incluso una hora o
así antes del comienzo de las clases, pero Neferet me ha explicado que el
punto es que los padres acepten el cambio de su hijo, y entender que días y
noches para él no son lo mismo que para ellos. Mi otro yo piensa que es más
un inconveniente, el horario de las visitas, una gran cantidad de padres que
necesitan la excusa de no venir, sin decirle a su hijo directamente, ¡ Hey no
quiero tener nada que ver contigo ahora que te estás convirtiendo en un
monstruo Chupasangres.
Lástima que mis padres no habían hecho eso.
Mi suspiro se ralentizó, después de haberme tomando mi tiempo a través de
uno de los caminos sinuosos por el patio. Las noches de noviembre son
frescas y claras. La luna estaba casi llena, y su brillante luz de plata es un
bonito contraste con las antiguas antorchas de gas que iluminan el tribunal y
el patio con su suave color amarillo brillante.
Pude escuchar la fuente que está en el centro del jardín, y automáticamente
cambie de dirección para dirigirme hacia ella. Tal vez el calmante orinar de
agua ayudaría a mi nivel de estrés... y me haría olvidar.
Cuando tome la curva que llevaba a la fuente fui caminando lentamente, y
soñando despierta con mi nuevo casi-novio, Erik totalmente delicioso. Él
estaba lejos de la escuela para la competencia anual de monólogos de
Shakespeare. Naturalmente, él había terminado en primer lugar en nuestra
escuela, y ha avanzado con facilidad a las Cámaras de la noche de la
competencia internacional. Era jueves, y se había ido desde el lunes, pero yo
no podían esperar hasta el domingo, cuando se suponía que iba a volver. Erik
es el chico más popular de nuestra escuela. Infierno, Erik podría ser la
noche más caliente que cualquier tipo en la escuela. Él era alto, oscuro, y
guapo, como una antigua estrella de cine (sin el latente homosexual).
También tiene un increíble talento. Algún día, pronto va a unirse a la
categoría de otras estrellas de cine como los vampiros Matthew
McConaughey, James Franco, Jake Gyllenhaal, y Hugh Jack hombre (que es
totalmente hermoso para ser un viejo). Además, Erik es realmente un buen
tipo, que sólo añade más leña al fuego.
Así que voy a admitir que estoy preocupada con las visiones de Erik y yo
como Tristán e Isolda (nuestra apasionada historia de amor tendrá un final
feliz). No me di cuenta que había otras personas en el patio hasta que una
voz masculina planteada me impactó con el asco con el que hablaba.
- ! Eres una decepción tras otra, Afrodita! - Me congelé. ¿Afrodita?
- Fue bastante malo que te marcaran, significando que no puedes ir a la Sala
de Chatham, especialmente después de todo lo que hice para asegurarme de
que fueras aceptada - dijo una mujer en una frágil y fría voz.
- Madre, lo sé. Dije que lo sentía.
Bueno, debía salir de allí. Debería darme la vuelta y caminar rápidamente y
en silencio hasta el patio. Afrodita es realmente mi persona menos favorita
en la escuela. En realidad, Afrodita es probablemente mi persona menos
favorita de cualquier parte, pero el propósito de escuchar lo que era
claramente una escena horrible con sus padres estaba mal mal mal.
Así que moví unos pies fuera de la ruta en la que me podría ocultar más
fácilmente detrás de un gran arbusto ornamental que me daba una buena
vista de lo que estaba pasando. Afrodita estaba sentada en el banco de
piedra más cercano a la fuente. Sus padres estaban de pie delante de ella.
Bueno, su mamá estaba de pie. Su padre era el ritmo.
Sus padres eran muy guapos. Su papá era alto y guapo. El tipo de hombre
que se mantiene en forma, mantiene todo su pelo, y tenía los dientes muy
bien. Iba vestido con un traje oscuro que parecía haberle costado un millón
de dólares. También parecían una extraña familia y yo estaba segura de que
le había visto en la televisión o algo así. Su madre era increíblemente
hermosa. Quiero decir, Afrodita era rubia y de aspecto perfecto, y su
mamá era igual pero con más años, ricamente vestida y bien cuidada. Era,
evidente, que su suéter de cachemira, y sus perlas eran reales. Cada vez que
hacia un gesto con sus manos se veía la alianza en forma de pera de
diamantes en su dedo anular era como una luz fría y bella, como su voz.
-. ¿Has olvidado que Tu padre es el alcalde de Tulsa? - La madre de
Afrodita se quebró brutalmente.
- No, no, por supuesto que no, mamá.
Su mamá no parecía escucharla.
– Ganarle a su contrincante decentemente con el hecho de que tú estés aquí
en lugar de en la Costa Este de Harvard para tu preparación fue bastante
difícil, pero nos consuela el hecho de que puedes alcanzar con los Vampiros
dinero, poder y éxito, y esperaba que fueras buena para sobresalir en esto -
se detiene para observar - lugar bastante inusual, para lograrlo. Y ahora nos
enteramos de que ya no eres el líder de las Hijas oscuras y has sido
expulsada por la Alta Sacerdotisa, lo que hace ver que no eres diferente a
cualquiera de los otros en niños de esta miserable escuela. - La madre de
Afrodita dudo, como si necesitara calmarse antes de continuar. Cuando
hablo de nuevo fue como un silbido. - Tu comportamiento es inaceptable.
-. Como de costumbre, nos decepcionaste - repitió su padre.
- ¡Deja de decir eso, papá! - dijo Afrodita, con su habitual sonido
inteligente-culo libre.
Como una serpiente atacando, su mamá la abofeteo en la cara, tan fuerte
que el sonido de la piel contra la piel, me hizo saltar. Yo esperaba que
Afrodita saltara fuera del banco y se lanzara a la garganta de su mamá (por
favor, no me llames bruja del infierno), pero ella no lo hizo. Ella sólo
presionaba su propia palma sobre su mejilla e inclinó su cabeza.
-. No llores. Ya te lo he dicho antes, las lágrimas significan debilidad. Por lo
menos haz una cosa bien y no llores - su mamá se quejo.
Afrodita lentamente levantó su cabeza y retiro la mano de su mejilla.
- No quise decir eso, mamá. Realmente lo siento.
- Decir que lo lamento no soluciona nada - dijo su mamá - Lo que queremos
saber es lo que vamos a hacer acerca de su posición actual."
En las sombras retuve el aliento.
-. Yo no puedo hacer nada al respecto - dijo Afrodita, la esperanza de
repente sonaba muy joven. - Yo estaba en mal estado. Neferet me agarró.
Aprovechó y me saco de las hijas oscuras y le dio mí puesto a otra persona.
Creo que está incluso considerando trasladarme a otra casa de la noche por
completo.
- ¡Ya lo sabemos! - Su madre levantó la voz, sus palabras parecían estar
hechas de hielo. - Hablamos con Neferet antes de verte. Ella iba a
trasladarte a otra escuela, pero intercedimos. Tú permanecerás en aquí.
También se trató de razonar con ella acerca de lo de tu posición después de
un periodo tal vez de restricción o detención.
- ¡Oh, mamá, ¿tu no..?
Afrodita sonaba horrorizada, y no podía culparla. Sólo podía imaginar la
impresión de estos fríos, simulando ser los perfectos padres Hablando con
nuestra Alta Sacerdotisa. Si Afrodita había tenido la más mínima
posibilidad de volver a Neferet en su favor, probablemente sus padres lo
habían arruinado.
-. ¡Por supuesto que no!, ¿Que esperas de nosotros que nos quedemos
sentados mientras destruyen tu futuro, convirtiéndose en un Vampiro don
nadie de la Casa de la noche? - dijo su mamá.
- Más de lo que ya tenemos - añadió su padre.
- Pero no es culpa mía estar en este tipo de escuela secundaria de
restricción - dijo Afrodita, obviamente tratando de controlar su
frustración e intentando razonar con ellos. - Yo no estaba en mi mejor
momento. Eso es bastante malo, pero hay aquí una Chica cuyos poderes son
más fuertes que los míos. Neferet está más enojada conmigo de lo que
pensáis, ella no va a darme de nuevo el mando de las hijas oscuras.
- luego Afrodita dijo algo que me impactó totalmente. - La otra chica es
mejor líder que yo. Me di cuenta de ello en Samhain. Merece ser la jefa de
la Hijas Oscuras. Yo no.
Oh dios mío. ¿El infierno se puede congelar más?
La madre de Afrodita se acerco un paso más a ella y se encararon, seguro
que iba a conseguir de nuevo otro guantazo. Pero su madre no la golpeó. Ella
estaba de forma que su bello rostro miraba a la derecha de su hija. Desde
donde yo estaba de pie se veían tan similares que daba miedo.
-. No vuelvas a decir nunca que alguien merece algo más que tu. Eres mi hija,
y siempre te mereces lo mejor.- Entonces ella se enderezó de nuevo y
movió su mano a través de su cabellera perfecta, aunque yo estaba bastante
segura de que no se atrevían a llegar demasiado lejos. - No hemos podido
convencer Neferet de que te devuelva tu posición, así que vamos a tener que
convencerla a ella.
- Pero, mamá, ya te dije - comenzó, pero su padre la corto.
- Hay que convencer y obtener a la chica nueva de alguna forma, y Neferet
será probable que te devuelva tu posición.
¡Ah, mierda. "La chica nueva" era yo.
- Vigílala. Causa que cometa errores, y luego asegúrate de que alguien se lo
dice a Neferet, pero no se lo digas tu, Se verá de mejor manera - Su mamá
habla con mucha naturalidad, como si se trata del traje de que debe de usar
Afrodita para mañana en lugar de conspirar contra mí. ¡Bruja del infierno!
-. Y cuidado. Tu comportamiento tiene que ser más correcto. Tal vez
deberías estar más próxima a tus visiones, al menos por un tiempo,- dijo su
padre.
- Pero me has dicho por años que debía tratar de mantener las visiones
fuera, que son la fuente de mi poder.
¡Apenas podía creer lo que estaba escuchando! Hace un mes Damián me
había dicho que varios de los niños pensaban que Afrodita estaba tratando
de ocultar algunas de sus visiones a Neferet, pero pensé que era porque
odiaba a los seres humanos y las visiones de Afrodita eran sobre una futura
tragedia donde morían seres humanos. Cuando ella compartió sus visiones
con Neferet, la Alta Sacerdotisa fue casi siempre en condiciones de evitar
que la tragedia ocurra y salvar vidas. Así que el propósito de mantener sus
visiones ocultas era una de las cosas que me hizo decidir que tenía que
tomar su posición como líder de las Hijas Oscuras. No estoy hambrienta de
poder. Yo no requiero la posición de jefe. Maldición, todavía no estaba
segura de qué hacer con esto. Me acaba de enterar que Afrodita fue una
mala noticia, y que tenía que hacer algo para detenerla. Ahora yo estaba
escuchando parte de la basura que había estado haciendo, ¿por qué se dejó
manejar por sus odiosos padres? Su papá y mamá en realidad pensaban que
estaba bien guardar silencio sobre la información que podría salvar vidas. ¡Y
su padre era el alcalde de Tulsa! (No es de extrañar que me parecía
familiar.) Fue tan extraño que mi cabeza empezaba a dolerme.
- ¡Las visiones no son tu fuente de poder! - su papá le estaba diciendo. - ¿Es
que nunca escuchas? te digo que tus visiones podrían ser utilizadas para
lograr el poder para ti, ya que la información siempre es poder. La fuente de
tus visiones es el cambio que está teniendo lugar dentro de tu cuerpo. Es la
genética, eso es todo.
- Se supone que es un regalo de la diosa - Afrodita dijo suavemente.
La risa de su madre fue fría.
-. No seas estúpida. Si hay tal cosa como una diosa, ¿cual es la razón por la
que se te otorgan facultades? Eres sólo una ridícula niña, y propensa a
cometer errores, este último error tuyo lo ha demostrado. Por lo tanto, se
inteligente por una vez, Afrodita. Utiliza a tu favor tener visiones, pero el
acto debe ser humilde. Tienes que hacer creer a Neferet que lo sientes.
Yo casi no escuche el susurro de Afrodita,
- Lo siento ..
- Vamos a esperar noticias mucho mejor el próximo mes.
- Sí, mamá.
- Bueno, ahora en pie vamos a la sala de recepción para que podamos charlar
con los demás.
- Por favor ¿Puedo quedarme aquí por un tiempo? Realmente no me siento
muy bien.
- Por supuesto que no. ¿Qué dices?- dijo su madre. - Salimos juntos. Tú nos
escoltas a la sala y estate contenta al respecto. Ahora.
Afrodita se levanto lentamente del banco, y mi corazón comenzó a latir tan
fuerte, me daba miedo que me oyera de lejos, yo me fui a prisa por el
camino de vuelta hasta que llegue a la horquilla que me llevaría a través del
patio. Entonces prácticamente corrí desde el jardín.
Pensé en lo que había escuchado todo el camino de vuelta al dormitorio. Yo
creía que tenía una pesadilla de padres, pero eran como The Brady Bunch
papá y mamá (hola veo Nickelodeon funciona como todo el mundo) en
comparación con los de Afrodita, odiosos y poder-freak padres. Por mucho
que me odiaba a admitirlo, lo que vi esta noche, me hizo comprender por qué
Afrodita actúa de esa manera. Quiero decir, ¿qué sería yo, si no hubiera
tenido el amor, el apoyo y la ayuda de mi abuela Redbird que me ayudaron a
crecer estos últimos tres años? Y que era algo más también, Mi mamá no fue
tan mala. Claro, que había sido estresada y sobrecargada, pero que había
sido normal durante los primeros trece de mis casi diecisiete años de vida.
Fue sólo después de que John se casó con ella cuando cambió. Así que tenía
una buena mamá y una fantástica abuela. ¿Qué debo hacer si no? ¿Qué pasa
si todo lo que había conocido fue la forma en que había sido durante los
últimos tres años siendo un cero a la izquierda y no apreciada en mi propia
familia?
Podría haber sido como Afrodita, y yo podría haber dejado que mis padres
tomaran el control de mí, porque estaban esperando desesperadamente que
fuera lo suficientemente buena, que estuvieran lo suficientemente
orgullosos, por lo que algún día ellos realmente me amarían.
Me hizo ver Afrodita con ojos totalmente nuevos, y no estaba
particularmente entusiasmada con este hecho.

primer capitulo de traicionada!!!

CAPÍTULO 1
- Nueva chica. Analízala –dijo Shaunee mientras se deslizaba dentro de la
mesa que, cuando sirven la comida de la escuela, siempre reclamamos como
nuestra. (Traducción: somos la alta sociedad de la cafetería de la escuela).
-Trágico, Gemela, muy trágico – La voz de Erin era como el eco de la de
Shaunee. Las dos tienen una especie de unión psíquica que las hace
extrañamente parecidas, por eso las llamamos “Las Gemelas”; aunque
Shaunee sea de Jamaica y su piel color café con leche, y Erin de Oklahoma,
con su pelo rubio y sus ojos azules.
- Por suerte, es la compañera de habitación de Sarah Freebird – Damien
giró la cabeza hacia la chica menuda con el pelo seriamente negro, que
mostraba a toda la cafetería una imagen de chica nueva perdida. Su sabia y
aguda mirada de la moda estaba analizando a las dos chicas y a su grupo
(desde los zapatos hasta los pendientes) en un rápido vistazo – Claramente,
su sentido de la moda es mejor que el de Sarah, a pesar del estrés de ser
marcada y cambiar de colegio. Quizá pueda ayudarla con su pésima
propensión a ponerse zapatos feos.
- Damien –dijo Shaunee –otra vez me estás poniendo…
- … de los putos nervios con tu interminable vocabulario enrevesado –
terminó Erin por ella.
Damien se sorbió los mocos, mirando ofendido y superior, y más gay que
nunca (porque, definitivamente, es gay).
- Si vuestro vocabulario no fuese tan desastroso no tendríais que llevar un
diccionario para estar conmigo.
Las Gemelas entrecerraron los ojos y tomaron aire para comenzar un nuevo
asalto que, por suerte, mi compañera de habitación interrumpió. Con su
denso acento de Oklahoma, entonó las dos definiciones como si estuviese
jugando a deletrear:
- Propensión: una preferencia natural, intensa y usual. Pésima: totalmente
horrible. Así. Ahora, ¿podrías dejar de discutir y ser buenos?
casi la hora para la visita de los padres y no deberíamos comportarnos como
retrasados cuando nuestras familias aparezcan.
- Ay, mierda –dije- había olvidado por completo la visita de los padres.
Damien gimió y dejó caer la cabeza sobre la mesa, golpeándola de una forma
muy poco delicada.
- A mí también se me había olvidado.
Las cuatro nos compadecimos de él. A sus padres les pareció genial que
fuese marcado, se mudase a la Casa de la Noche y comenzase el cambio que
lo convertiría en vampiro o lo mataría si su cuerpo lo rechazaba. A ellos no
les gustaba mucho que Damien fuese gay.
Al menos, les gustaba algo de él. Mi madre y su actual marido –el perdedor
John Heffer- odiaban todo de mí.
- Mis padres no van a venir. Vinieron el mes pasado; éste están muy
ocupados.
- Gemela, otra vez demostramos nuestra conexión –dijo Erin-. Mis padres
me enviaron un e-mail. Tampoco van a venir porque han decidido coger algún
crucero del Día de Acción de Gracias a Alaska con mi tía Alane y mi tío Liar
Lloyd. Lo que sea –se encogió de hombros.
Al parecer no estaba tan molesta como Shaunee por la ausencia de sus
padres.
- Oye, Damien, a lo mejor ni tu mami, ni tu papi vienen –dijo Stevie Rae con
una rápida sonrisa.
Él suspiró.
- Van a estar aquí. Es el mes de mi cumpleaños, traerán los regalos.
- Eso no suena tan mal –le dije-. Dijiste que necesitabas un nuevo bloc de
dibujo.
- No me van a comprar un bloc de dibujo –contestó-. El año pasado les pedí
un caballete y me trajeron suministros para camping y una suscripción a
“Sports Illustrated”.
- ¡¡¡¡Eh!!!! –gritaron Shaunee y Erin a la vez cuando Stevie Rae y yo
arrugamos nuestras narices e hicimos ruidos de compasión.
Damien se giró hacia mí, claramente queriendo cambiar de tema.
- Ésta va a ser la primera visita de tus padres, ¿qué esperas que pase?
- Pesadilla –suspiré-. Total, absoluta y completa pesadilla.
- ¿Zoey? Traía a mi nueva compañera de habitación para que te conociese.
Diana, ésta es Zoey Redbird, la líder de las Hijas Oscuras.
Contenta de poder escaparme de no tener que hablar del tema de mi propio
horror paternal, miré hacia arriba, sonriendo al sonido de la voz indecisa y
nerviosa de Sarah.
- Vaya, es realmente de verdad –soltó la chica nueva antes de que pudiese
decirle “hola”. Como era usual, estaba mirando mi frente y ruborizándose-.
Quiero decir, eh… perdona. No quería parecer maleducada ni nada… -se
desvanecía triste.
- Está bien. Sí, mi marca está completa y también añadida –seguí sonriendo,
intentando que se sintiese mejor, aunque realmente odiaba que pareciese
que era la atracción más importante de un circo. Otra vez.
Afortunadamente, Stevie Rae intervino antes de que Diana me mirase y mi
silencio le hiciese sentir incómoda.
- Sí, Z consiguió este tatuaje de espirales y telarañas en su cara y
alrededor de sus hombros cuando salvó a su ex-novio de unos terroríficos y
brutos fantasmas vampiro –dijo Stevie Rae animadamente.
- Eso es lo que me contó Sarah –dijo Diana, indecisa-. Es sólo que sonaba tan
increíble que, bueno, yo, eh…
- ¿No te lo creías? –la ayudó Damien.
- Sí, perdón –repitió moviéndose y mordiéndose las uñas.
- Oye, no te preocupes por eso –en mi cara se dibujó una sonrisa auténtica-.
A mí a veces me parece bastante extraño, y estuve allí.
- Y les pateó sus traseros -continuó Stevie Rae.
Le eché una mirada de “no me estás ayudando en absoluto”, que ella ignoró.
Sí, puede que algún día me convierta en su Alta Sacerdotisa, pero no soy
precisamente la jefa de mis amigos.
- De cualquier forma, todo este lugar puede parecer bastante extraño al
principio. Luego va mejor –animé a la chica nueva.
- Gracias –contestó con una sincera calidez.
- Bueno, mejor que nos vayamos, así que voy a enseñarle a Diana donde está
nuestra clase de quinto –dijo Sarah y luego, avergonzándome, se despidió
muy seria y formal con el tradicional signo de respeto vampírico. Cerró su
puño cerca de su corazón y agachó la cabeza antes de irse.
- De veras que odio cuando hacen eso –murmuré cogiendo un poco de mi
ensalada.
- Yo creo que está bien –opinó Stevie Rae.
- Mereces que te muestren respeto –aseguró Damien con su voz de
profesor-. Tú eres la única alumna de tercero que se ha convertido en líder
de las Hijas Oscuras y la única iniciada o vampira que ha mostrado una
afinidad a los cinco elementos.
- Afróntalo, Z –dijo Shaunee mientras masticaba ensalada y gesticulaba
apuntando su tenedor hacia mí.
- Eres especial –acabó Erin por ella (como siempre).
Una alumna de tercero es como llaman en la Casa de la Noche a una
estudiante de primer grado, así que una alumna de cuarto es una de segundo
grado, etc. Y, sí, soy la única alumna de tercero que se ha convertido en la
líder de las Hijas Oscuras. Qué suerte.
- Hablando de las Hijas Oscuras –dijo Shaunee-, ¿has decidido qué
requisitos quieres para ser miembro?
Contuve el impulso de chillar. Mierda, no. Todavía no podía creer que
estuviese a cargo de esto. Aún así, sólo agité mi cabeza y decidí –en lo que
esperaba que fuese una pincelada de creatividad- poner la presión sobre
ellos.
- No, no sé cuáles deberían ser los requisitos; en realidad, esperaba que me
ayudaseis, chicos. Así que, ¿alguna idea?
Como supuse, todos se quedaron callados. Abrí la boca para agradecerles
enormemente su silencio, pero la voz autoritaria de nuestra Alta
Sacerdotisa sonó en los megáfonos de la escuela.
Por un segundo me agradó la interrupción, pero cuando me di cuenta de lo
que estaba diciendo mi estómago se oprimió.
- Estudiantes y profesores, por favor, id todos al hall. Es la hora de la visita
mensual de los padres.
Bueno, mierda.
- ¡Stevie Rae, Stevie Rae! ¡Vaya, te he echado de menos!
- Mamá –lloró y voló a los brazos de una mujer exactamente igual a ella, sólo
que cincuenta libras más pesada y veintitantos años más.
Damien y yo permanecimos incómodos dentro del hall, que empezaba a
llenarse de padres humanos desagradables, unos cuantos hermanos humanos,
un grupo de alumnos iniciados y algunos de nuestros profesores vampiros.
- Bueno, allí están mis padres –dijo Damien con un suspiro- Puede que lo
supere. Nos vemos.
- Nos vemos –murmuré entre dientes, mientras lo veía reunirse con dos
personas totalmente corrientes que cargaban con regalos envueltos. Su
madre le dio un rápido abrazo y su padre le sacudió la mano con exuberante
virilidad. Damien lucía pálido y estresado.
Seguí mi camino al lado de la mesa cubierta de lino blanco que corría a lo
largo de una pared. Estaba llena de queso caro, fuentes de carne, postres,
café, té y vino. Llevo en la Casa de la Noche un mes y todavía es para mí un
poco chocante que el vino sea servido de tan buena gana aquí. Parte de la
razón es simple, la escuela está diseñada después de la Casa de la Noche
europea. Al parecer, en Europa el vino en las comidas es como el té o la Coca
Cola aquí, así que no mucho. La otra parte es un hecho genético, los vampiros
no beben y los iniciados apenas pueden conseguir un poquito (al menos de
alcohol; la sangre, por desgracia, está totalmente prohibida). Así que el vino,
literalmente, no es mucho aquí, aunque creo que sería interesante ver cómo
los padres de Oklahoma reaccionan ante la bebida de la escuela.
- Mamá, tienes que conocer a mi compañera de habitación, ¿te acuerdas que
te hablé de ella? Ésta es Zoey Redbird. Zoey, ésta es mi mamá.
- Hola, señora Johnson, un placer conocerla –dije educadamente.
- ¡Oh, Zoey! Encantada de conocerte y, ¡dios mío!, tu marca es tan bonita
como Stevie Rae dijo.
Me sorprendió con un suave abrazo maternal y me susurró:
- Estoy contenta de que cuides de mi Stevie Rae, me preocupo mucho por
ella.
Apreté su espalda y susurré:
- No se preocupe señora Johnson, Stevie Rae es mi mejor amiga.
Y aunque era muy poco realista, deseé que mi madre me abrazase y se
preocupase por mí igual que la señora Johnson lo hacía por Stevie Rae.
- Mamá, ¿me has traído galletas con trocitos de chocolate? –preguntó mi
amiga.
- Sí, cariño, pero me acabo de dar cuenta de que me las he dejado en el
coche –entonó la madre en un acento igual al de su hija-. ¿Por qué no vienes
conmigo y me ayudas a traerlas? Esta vez he hecho galletas extra para tus
amigos –me sonrío amablemente-. Eres más que bienvenida a venir también
con nosotros, Zoey.
- Zoey
Oí mi voz dicha como un eco helado detrás de la cálida amabilidad de la
señora Johnson y miré por encima de su hombro para ver a mamá y a John
entrar en el hall. Mi corazón calló en mi estómago. Lo había traído. ¿Por qué
demonios no podía haber venido sola y estar sólo ella y yo para variar? Pero
sabía la respuesta, él nunca lo permitiría. Y su prohibición significaba que
ella no lo haría. Punto. Fin del tema. Desde que mamá se casó con John
Heffer no ha tenido que preocuparse por el dinero. Vive en una casa enorme
en un tranquilo y apartado vecindario, fue voluntaria en el PTA y fue el
principal miembro en activo de la iglesia. Pero durante estos tres años de su
“perfecto” matrimonio, se ha perdido a sí misma.
- Perdone, señora Johnson, acabo de ver a mis padres; así que mejor que
vaya.
- Oh, cariño, me encantaría conocer a tus padres –y como si estuviéramos en
cualquier instituto normal, se giró, sonriendo, para conocerlos.
Stevie Rae me miró, primero a mí y luego a ella. “Perdón” le vocalicé. Quiero
decir, no estaba segura de que nada totalmente malo fuese a suceder, pero
con mi perdedor recortando la distancia que había entre nosotros como si
fuese un general lleno de testosterona dirigiendo una marcha muerta,
imaginé que una apuesta sería favorable a una escena de pesadillas.
Luego mi corazón se levantó desde mi estómago y de repente todo se volvió
mucho, mucho mejor al ver a mi persona favorita en el mundo aparecer de
detrás de John y tender los brazos hacia mí.
- ¡Abuela!
Ella me envolvió en sus brazos y el suave olor a lavanda que siempre iba con
ella, como si llevara una parte de su granja a cualquier sitio que fuese.
- ¡Oh, Zoeybird! –me apretó fuerte contra ella-. Te he echado de menos, uwe-
tsi -a-ge-hu-tsa.
Sonreí entre mis lágrimas, encantada por el familiar sonido de la palabra
cheroqui para hija –que quiere decir seguridad, amor y aceptación
incondicional, cosas que no siento en casa desde hace tres años-, cosas que,
antes de llegar a la Casa de la Noche, sólo sentía en la granja de mi abuela.
- Yo también te he echado de menos, abuela. Estoy tan contenta de que
hayas venido.
- Usted debe ser la abuela de Zoey –dijo la señora Johnson mientras las dos
nos juntábamos-. Es un placer conocerla, tiene a una chica muy buena aquí.
La abuela sonrió cálidamente y empezó a contestar, pero John la
interrumpió con su usual “yo soy la voz más importante”.
- Bueno, en realidad, decir que es nuestra buena chica sería un cumplido.
Y como si hiciese una entrada en Las Mujeres Perfectas, mi madre
finalmente consiguió hablar.
- Sí, somos los padres de Zoey. Yo soy Linda Heffer, éste es mi marido
John y mi madre Sylvia Redbird… -y en medio de su “oh, qué educada
introducción” se molestó en mirarme y su voz se quedó sin aliento en mitad
de una palabra.
Le hice a mi cara sonreír, pero la sentía caliente y pesada, como si me
hubiesen vertido yeso y hubiese estado sentada bajo el sol veraniego y se
fuese a romper si no tenía cuidado.
- Hola, mamá
- ¡Por el amor de Dios! ¿Qué has hecho con esa marca? –dijo la palabra
“marca” como si dijese cáncer o pedofilia.
-Salvó la vida de un joven y con una afinidad otorgada por la Diosa a los
cinco elementos. A cambio, Nyx la ha tocado con varias marcas inusuales
para un iniciado –dijo Neferet con su voz suave y musical, mientras se
acercaba al centro de nuestro pequeño y embarazoso grupo, dirigiéndose
directamente a mi perdedor.
Neferet era lo que la mayoría de los vampiros adultos son, increíblemente
perfecta, con unas largas ondas de pelo caoba oscuro y unos ojos
almendrados con un inusual color verde musgo. Se movía con una gracia y una
confianza que claramente no eran humanas, y su piel era tan espectacular
que parecía como si alguien hubiese encendido una luz dentro de ella. Hoy
llevaba traje liso de seda azul con pendientes de plata en espiral
(representando el camino de la Diosa, pero eso la mayoría de los padres no
lo saben). Una forma plateada de la Diosa con los brazos en alto estaba
bordada en su pecho izquierdo, al igual que estaba en el otro pecho. Su
sonrisa era deslumbrante.
- Sr. Heffer, soy Neferet, la Alta Sacerdotisa de la Casa de la Noche,
aunque puede que sea más fácil para usted si piensa en mí como la directora
de cualquier instituto normal. Gracias por venir a la noche de la visita de los
padres.
Podría decirse que él cogió su mano automáticamente. Estoy segura de que
la hubiese rechazado si ella no lo hubiese pillado por sorpresa. Le estrechó
la mano rápidamente y luego se giró hacia mi madre.
- Sra. Heffer, es un placer conocer a la madre de Zoey. Estamos tan
contentos de que se haya unido a la Casa de la Noche.
- Bueno, eh, gracias –contestó ella, claramente desconcertada por el
encanto y la belleza de Neferet.
Cuando mi mentora saludó a mi abuela, su sonrisa se ensanchó y se volvió
más que una sonrisa educada. Noté que estrecharon las manos al estilo del
tradicional saludo vampiro, agarrándose la una a la otra del antebrazo.
- Sylvia Redbird, siempre es un placer verte.
- Neferet, también alegra mi corazón el verte, y gracias por cumplir tu
juramento y cuidar de mi nieta.
- No es una carga cumplirlo. Zoey es una chica tan especial –ahora me incluía
a mí en la calidez de su sonrisa. Luego miró a Stevie Rae y a su madre-. Y
ésta es la compañera de habitación de Zoey, Stevie Rae Johnson y su
madre. He oído que las dos son prácticamente inseparables y que incluso el
gato de Zoey ha aceptado a Stevie Rae.
- Sí, es verdad. Anoche se sentó en mi regazo mientras veía la tele –rió- y a
Nala no le gusta nadie más aparte de Zoey.
- ¿Gato? No recuerdo haberle dado permiso a nadie para que Zoey tuviese
un gato –dijo John, haciéndome querer dar arcadas ¡Como si nadie en un mes
se tomara la molestia de hablarme excepto la abuela!
- Me malentendió, Sr. Heffer, en la Casa de la Noche los gatos vagan
libremente. Ellos eligen a sus dueños, no al revés. Zoey no necesitó permiso
cuando Nala la eligió –dijo Neferet tranquilamente.
John bufó, gesto que por suerte todos ignoraron. Seeh, él es como un culo.
- ¿Desean alguna bebida? –dijo Neferet llevando la mano hacia la mesa
elegantemente.
- Oh, vaya; eso me recuerda que me dejé las galletas en el coche. Stevie Rae
y yo estábamos a punto de ir. Un placer conocerlos.
Me dio un rápido abrazo y lanzó un saludo con la mano a todos antes de que
Stevie Rae y ella escaparan, abandonándome allí, aunque deseara estar en
cualquier otro sitio.
Permanecí cerca de la abuela, entrelazando sus dedos con los míos mientras
caminábamos hacia la mesa de las bebidas, pensando en lo fácil que sería si
sólo hubiese venido ella a visitarme. Eché un vistazo a mamá. Parecía como si
se hubiese pintado en la cara un ceño permanentemente fruncido. Miraba a
los otros chicos, y a penas dirigía la vista en mi dirección.
¿Para qué venir? Quería gritarle. ¿Para qué hacer como que en realidad
puede que te importe –puede que en realidad me eche de menos- y luego
mostrar tan claramente que no?
- ¿Vino, Sylvia? ¿Sr. y Sra. Heffer? –ofreció Neferet.
- Gracias, tinto, por favor –dijo la abuela.
John frunció sus labios, mostrando su descontento.
- No, no bebemos.
Con un esfuerzo sobrehumano conseguí no poner los ojos en blanco. ¿Desde
cuándo no bebían? Apostaría los últimos cincuenta dólares de mi cuenta de
ahorros a que en ese momento había un pack de seis cervezas en el
frigorífico. Y mi mamá solía beber vino tinto igual que la abuela. Incluso la vi
lanzarle a la abuela una mirada con los ojos entrecerrados, envidiosa del
delicioso vino que Neferet le había vertido. Pero ellos no bebían. Al menos,
no en público. Hipócritas.
- Así que, ¿dices que la suma a la marca de Zoey sucedió porque hizo algo
especial? –La abuela me apretó la mano-. Ella me dijo que se había
convertido en la líder de las Hijas Oscuras, pero no me dijo cómo pasó
exactamente.
Sentí que me ponía tensa otra vez. De veras que no quería ver la escena que
sucedería si mamá y John descubriesen que lo que en realidad sucedió fue
que la ex líder de las Hijas Oscuras formó un círculo en la noche de
Halloween (conocida en la Casa de la Noche como Samhain, la noche en la
que el velo de nuestro mundo y el de los espíritus es más delgado), invocó a
varios espíritus de vampiros y luego perdió el control sobre ellos cuando mi
ex novio humano, Heath, apareció buscándome. Así que no quería que nadie
mencionase lo que sólo dos personas sabían, que me buscaba porque había
probado su sangre y él se había obsesionado conmigo, algo que a los humanos
les pasa con facilidad cuando se ven involucrados con vampis, incluso aunque
sean vampiros iniciados. Así que la entonces líder de las Hijas Oscuras,
Aphrodita, perdió totalmente el control sobre los fantasmas y fueron a
comerse a Heath. Literalmente. Peor, también actuaban como si quisiesen
hacer añicos al resto de nosotros, incluyendo al absolutamente sexy Erik
Night, el chico vampiro que felizmente puedo decir que no es mi ex, pero
que de alguna forma hemos estado quedando este último mes, así que es mi
casi-novio. De cualquier forma, tenía que hacer algo, así que con la ayuda de
Stevie Rae, Damien y las Gemelas formé mi propio círculo, tocando el poder
de los cinco elementos: aire, fuego, agua, tierra y espíritu. Usando mi
afinidad con los elementos, me las arreglé para hacer a los espíritus
regresar al sitio en el que viven (¿o desviven?). Cuando se fueron me
salieron estos tatuajes, una delicada colección de lazos en espiral color
zafiro que enmarcaban mi cara -nunca jamás visto en un simple iniciado- y un
juego de marcas salpicadas con guays recorridos de símbolos en mis
hombros, algo que nunca han tenido ni un iniciado, ni un vampiro adulto.
Luego Aphrodite quedó como la deplorable líder que era, haciendo que
Neferet la despidiese y me pusiese a mí en su lugar. Por consiguiente,
también soy la Alta Sacerdotisa en entrenamiento de Nyx, la Diosa vampira,
quién es la Noche personificada.
Nadie los examinaría como los ultra religiosos y ultra juiciosos John y mamá.
- Bueno, hubo un pequeño accidente. Zoey rápidamente actuó y se aseguró
de que nadie resultase herido, a la vez que conectaba con una afinidad
especial que le ha sido otorgada por la Diosa para llevar la energía de los
cinco elementos –la sonrisa de Neferet era orgullosa y sentí que me
inundaba la alegría ante su aprobación-. El tatuaje es simplemente un signo
externo del favor que ha encontrado en la Diosa.
- Lo que dices es una blasfemia –dijo John con una voz ronca y tirante que
sonaba condescendiente y enfadada a la vez-. Estás poniendo en peligro su
alma inmortal.
Neferet dirigió sus ojos color musgo hacia él. No parecía enfadada. En
realidad, parecía divertida.
- Debe ser un Mayor de las Gentes de Fé.
Su pecho de pajarillo se hinchó.
-Bueno, sí, lo soy.
-Luego permítanos entender, Sr. Heffer. Yo no pensaría en entrar en su
casa o en su iglesia para menospreciar sus creencias, aunque esté en total
desacuerdo con ellas. Ahora, no pretendo que rinda culto igual que yo. En
verdad, nunca pensaría en imponerle mis creencias, aunque tenga un
profundo compromiso con mi Diosa. Así que todo lo que pido es que muestre
la misma cortesía que yo le muestro a usted. Cuando esté en mi “casa”,
respete mis creencias.
Los ojos de John asomaban malvados por una estrecha rendija y podía ver
su mandíbula apretarse y desapretarse.
- Vivís en el pecado y el error –dijo ferozmente.
- Eso dice un hombre que le rinde culto a un Dios que vilipendia placer y les
da a las mujeres papeles que son poco más que de sirvientas y criadoras de
hijos, aunque sean la columna vertebral de vuestra iglesia, y busca controlar
el culto a través de la culpa y el miedo –río Neferet suavemente, pero el
sonido fue perdiendo humor y la advertencia no dicha que había en él hizo
que se me pusiese la carne de gallina-. Cuidado con cómo juzga a los demás,
Sr. Heffer, quizá tendría que mirar primero en su propia casa.
Se le enrojeció la cara y succionó aire abriendo su boca en lo que sabía que
sería una fea clase de lo buenas que son sus creencias y lo malas que son las
de los demás, pero antes de que pudiese responder, Neferet lo cortó. Su
voz no se elevó, pero de repente estuvo llena del poder de una Alta
Sacerdotisa y tirité de miedo, aunque su ira no fuese dirigida hacia mí.
- Tiene dos opciones. Puede visitar la Casa de la Noche como un invitado, lo
que significa que respetaría nuestro modo de vida y se guardaría para sí
mismo su descontento y sus juicios. O puede irse y no volver nunca. Decida
ya –las dos últimas palabras llegaron a mi piel y tuve que esforzarme para no
encogerme.
Noté que mamá miraba a Neferet con los ojos muy abiertos y vidriosos y su
cara estaba tan pálida como la leche. La cara de John se había vuelto del
color contrario. Sus ojos estaban entrecerrados y sus mejillas estaban
ruborizadas con un rojo muy poco atractivo.
- Linda –dijo a través de sus dientes-, vamos.
Luego me miró con tal repugnancia y odio que di un paso hacia atrás. Quiero
decir, sabía que no le gustaba, pero hasta ese momento no me había dado
cuenta de cuánto.
- Este lugar es lo que mereces. Tú madre y yo no vamos a volver. Ahora
estás sola.
Se dio la vuelta y se encaminó hacia la puerta. Mi madre vaciló y por un
momento pensé que quizá dijese algo bueno como que lo sentía, o que me
había echado de menos, o que no debía preocuparme, o que volvería sin
importar lo que él dijese.
- Zoey, no puedo creer lo que has conseguido –sacudió su cabeza y, como era
normal, siguió la correa de John y abandonó la habitación.
- Oh, corazón, lo siento tanto… -la abuela estuvo allí al instante,
abrazándome y consolándome-. Volveré, mi pequeño pajarillo. Lo prometo. Y
estoy muy orgullosa de ti –me sujetaba por los hombros y sonreía entre sus
lágrimas-. Nuestros ancestros cheroquis también están orgullosos de ti. Has
sido tocada por la Diosa y tienes la lealtad de buenos amigos –alzó la vista
hacia Neferet- y profesores sabios. Algún día incluso puede que aprendas a
perdonar a tu madre. Hasta entonces, recuerda que eres la hija de mi
corazón, u-we-tsi -a-ge-hu-tsa –me besó-. Yo también debo irme. Conduje
hasta aquí tu pequeño coche y lo dejaré para ti, así que debo regresar con
ellos –me dio las llaves de mi Bug clásico-. Recuerda siempre que te quiero,
Zoeybird.
- Yo también te quiero, abuela –dije y besé su espalda, abrazándola y
respirando profundamente su olor como si pudiese retenerlo en mis
pulmones y exhalando despacio, pues la echaré de menos durante el próximo
mes.
- Adiós, corazón. Llámame cuando puedas.
Me besó otra vez y se fue. La vi marcharse y no me di cuenta de que estaba
llorando hasta que sentí mis lágrimas gotear desde mi cara hasta mi cuello.
La verdad, había olvidado que Neferet estaba todavía a mi lado, así que di
un pequeño respingo cuando me tendió un pañuelo.
- Lo siento, Zoey –dijo en voz baja.
- Yo no –me soné la nariz y me limpié la cara antes de mirarla-. Gracias por
hacerle frente.
- No quise decir que tu madre también se fuese.
- No lo dijiste, ella lo decidió, al igual que lleva haciendo estos tres últimos
años –sentí la calidez de lágrimas amenazando en mi garganta y hablé
despacio, reteniéndolas-. Ella era diferente. Es estúpido, lo sé, pero sigo
esperando que vuelva a ser quien era, aunque nunca suceda. Es como si él
hubiese matado a mamá y puesto una extraña en su cuerpo.
Neferet puso su brazo alrededor de mi cuerpo.
- Me gusta lo que ha dicho tu abuela. Puede que algún día encuentres la
habilidad para perdonar a tu madre.
Miré a la puerta por la que los tres se habían ido.
- Ese día está muy lejano.
Neferet apretó mi hombro en un gesto de comprensión.
La miré, contenta de que estuviese allí conmigo, y deseé, por un momento,
que fuese mi mamá. Luego recordé que hacía un mes me había dicho que su
madre murió cuando era una niña pequeña y su padre había abusado de ella
física y psíquicamente hasta que la marcaron y se salvó.
- ¿Alguna vez perdonaste a tu padre? –pregunté vacilante.
Neferet me miró y parpadeó varias veces, como si estuviese volviendo a
unos recuerdos que había dejado muy, muy lejos.
- No, nunca lo perdoné, pero cuando pienso en él es igual que si me acuerdo
de cualquier otra persona. Las cosas que hizo se las hizo a una pequeña
humana, no a una Alta Sacerdotisa y vampira. Y para una Alta Sacerdotisa y
vampira él, al igual que todos los humanos, no tiene trascendencia.
Sus palabras sonaron fuertes y seguras, pero al mirar en sus bonitos ojos
de un verde intenso, vi el parpadeo de algo viejo y doloroso, algo
definitivamente no olvidado y me pregunté cuán honesta era consigo misma.

capitulo 2 y 3 de marcada!!

2
Cuando imaginé que ya había pasado el tiempo suficiente para que
todo el mundo hubiese abandonado la escuela, volví a dejar caer el
pelo sobre mi frente y salí del baño en dirección a las puertas que
llevaban al aparcamiento de los alumnos. Todo parecía despejado.
Tan solo había un chico al final del aparcamiento con esos pantalones
anchos para nada atractivos en plan: «quiero ser parte de una
banda». Tenía toda su concentración puesta en evitar que se le
cayeran los pantalones a medida que andaba, así que ni se percataría
de mi presencia. Apreté los dientes ante las punzadas de dolor en la
cabeza, abrí la puerta y fui directa hacia mi Escarabajo.
En el momento en que puse un pie en la calle el sol comenzó a
azotarme. Lo digo porque no era un día particularmente soleado.
Había muchas de esas nubes grandes e hinchadas que parecían tan
bonitas en las fotos, flotando en el cielo, medio tapando el sol. Pero
eso no importaba. Tuve que entrecerrar los ojos con dolor y
mantener la mano en alto para tapar la intermitente luz. Supongo
que estaba tan concentrada en el dolor que la luz solar normal me
causaba, que no me fijé en la furgoneta hasta que chirrió con un
frenazo frente a mí.
—¡Oye, Zo! ¿Es que no has visto mi mensaje?
¡Oh, mierda mierda mierda! Era Heath. Levanté la vista, mirándole
entre los dedos como si estuviera viendo una de esas estúpidas
películas de terror. Estaba sentado en la parte trasera de la pickup
de su amigo Dustin. A su espalda podía ver la cabina de la
camioneta, en la que Dustin y su hermano Drew hacían lo que
hacían de forma habitual: pelearse y discutir sobre Dios sabe qué
chorrada de chicos. Por suerte me ignoraban. Miré de nuevo a
Heath y suspiré. Tenía una cerveza en la mano y una sonrisa
bobalicona en la cara. Olvidando por un momento que acababa de
ser marcada y que estaba destinada a convertirme en un monstruo
chupasangre marginado, le miré con el ceño fruncido.
—¡Estás bebiendo en la escuela! ¿Estás loco?
Su sonrisa de crío se hizo más grande.
—Sí, estoy loco, ¡loco por ti, nena!
Negué con la cabeza mientras le daba la espalda, abrí la puerta
chirriante de mi Escarabajo y lancé los libros y la mochila al asiento
del acompañante.
—¿Y por qué no estáis entrenando al fútbol? —dije, manteniendo
la cara lejos de su vista.
—¿Es que no te has enterado? ¡Nos han dado el día libre por la
paliza que le dimos a Union el viernes!
Dustin y Drew, que después de todo sí que parecían habernos
estado prestando atención, lanzaron un par de «¡Yu-juuu!» y
«¡Sííí!» desde dentro de la camioneta.
—Oh. Uh, no. Debo haberme perdido el anuncio. He estado muy
liada todo el día. Ya sabes, el gran examen de geometría de mañana.
—Intenté sonar normal y despreocupada. Entonces me entró la tos
y añadí:—Además, estoy agarrando un maldito resfriado.
—Zo, en serio. ¿Estás mosqueada o algo? Yo que sé, ¿te ha dicho
Kayla alguna chorrada sobre la fiesta? Sabes que yo no te he puesto
los cuernos.
¿Eh? Kayla no había dicho ni una sola palabra referente a que
Heath me hubiera puesto los cuernos. Como una imbécil, me olvidé
(vale, temporalmente) de mi nueva marca. Giré la cabeza de golpe
para poder mirarle a la cara.
—¿Qué es lo que hiciste, Heath?
—Zo, ¿yo? Ya sabes que yo nunca... —Pero su acto inocente y sus
excusas se apagaron para formar una poco atractiva mirada boquiabierta
de asombro cuando se fijó en mi marca.
—¿Pero qué...? —comenzó a decir, pero le corté.
—¡Chsss! —Hice un gesto con la cabeza hacia los todavía
distraídos Dustin y Drew, que ahora cantaban a pleno pulmón las
canciones del último CD de Toby Keith.
Los ojos de Heath aún estaban abiertos de par en par con
asombro, pero bajó la voz.
—¿Es eso algún tipo de maquillaje que estás probando para la
clase de teatro?
—No —susurré—. No lo es.
—Pero no puedes estar marcada. Estamos saliendo.
—¡No estamos saliendo! —Y así es como terminó mi medio
tregua con la tos. Casi me doblé por completo, intentando aguantar
una tos con flemas realmente desagradable.
—¡Oye, Zo! —gritó Dustin desde la cabina—. Vas a tener que
dejar esos cigarrillos.
—Sí, suena como si fueses a echar un pulmón o algo —dijo Drew.
—¡Tronco, déjala en paz! Sabes que ella no fuma. Es que es un
vampiro.
Genial. Maravilloso. Heath, con su habitual falta total y absoluta
de cualquier cosa parecida al sentido común, pensó que estaba
defendiéndome al gritar a sus amigos, que de forma instantánea
sacaron la cabeza por las ventanillas abiertas y me miraron embobados
como si fuese un experimento científico.
—Oh, mierda. ¡Zoey es un puto bicho! —dijo Drew.
Las insensibles palabras de Drew hicieron que la ira, que había
estado hirviendo a fuego lento en algún lugar de mi interior desde
que Kayla se apartara de mí, bullese y se desbordase. Ignorando el
dolor que el sol me causaba, miré fijamente a los ojos de Drew.
—¡Calla la puta boca! He tenido un muy mal día y no necesito
más mierda también por tu parte. —Hice una pausa para mirar de
Drew, ahora callado y con los ojos como platos, a Dustin y añadí:
—Ni de la tuya. —Y mientras mantenía el contacto visual con
Dustin me di cuenta de algo. Algo que me asombró y al mismo
tiempo me produjo una extraña excitación: Dustin parecía asustado.
Asustado de verdad. Volví a mirar a Drew. También parecía
asustado. Entonces lo sentí. Una sensación de cosquilleo que
recorrió mi piel e hizo que mi nueva marca ardiese.
Poder. Sentí poder.
—¿Zo? ¿Pero qué coño...? —La voz de Heath interrumpió mi
concentración e hizo que apartase la mirada de los hermanos.
—¡Larguémonos de aquí! —dijo Dustin, metiendo la marcha de
la camioneta y pisando el acelerador. La camioneta dio una sacudida
hacia delante, haciendo que Heath perdiese el equilibrio y se
deslizara, haciendo el molino con los brazos y la cerveza, contra el
asfalto del aparcamiento.
Automáticamente, corrí hacia él.
—¿Estás bien? —Heath estaba apoyado sobre manos y rodillas
y me agaché para ayudarle a ponerse en pie.
Entonces fue cuando lo olí. Había algo que olía maravilloso;
cálido, dulce y delicioso.
¿Llevaba Heath una nueva colonia? ¿Una de esas cosas raras de
feromonas que se supone que atraen a las mujeres como un gran
cazainsectos manipulado genéticamente? No me di cuenta de lo
cerca que estaba de él hasta que se estiró del todo y nuestros cuerpos
estuvieron casi pegados. Bajó la vista y me miró con ojos
interrogantes.
No me aparté de él. Debería haberlo hecho. Lo hubiera hecho
antes... pero no ahora. Hoy no.
—¿Zo? —dijo suavemente, con voz profunda y ronca.
—Hueles muy bien —no pude evitar decir. El corazón me latía
con tanta fuerza que podía escuchar su eco en mis palpitantes
sienes.
—Zoey, te he echado mucho de menos. Tenemos que volver a
estar juntos. Sabes que te quiero de verdad. —Acercó la mano a mi
cara y ambos nos dimos cuenta de la sangre que cubría la palma de
su mano—. Ah, mierda. Supongo que me he... —Su voz se apagó
cuando me miró a la cara. Solo podía imaginar el aspecto que
tendría, con la cara toda blanca, mi nueva marca delineada con un
brillo azul zafiro y los ojos mirando fijamente la sangre de su mano.
No podía moverme, ni apartar la mirada.
—Quiero... —Susurré—. Quiero... —¿Qué es lo que quería? No
podía expresarlo con palabras. No, no era eso. No quería expresarlo
con palabras. No quería hablar en voz alta de la sobrecogedora
oleada de deseo candente que intentaba ahogarme. Y no era porque
Heath estuviese tan cerca. Ya había estado así de cerca antes.
Demonios, llevábamos enrollándonos desde hacía un año, pero
nunca me había hecho sentir así... Nunca así. Me mordí el labio y
gemí.
La pickup chirrió hasta detenerse dando un coletazo junto a
nosotros. Drew bajó de un salto, rodeó a Heath por la cintura y tiró
de él hacia atrás para meterlo en la cabina de la camioneta.
—¡Suéltame! ¡Estoy hablando con Zoey!
Heath intentó forcejear con Drew, pero el chico era un defensa
veterano del equipo de Broken Arrow, y realmente enorme. Dustin
tiró de ellos y cerró de un golpe la puerta de la camioneta.
—¡Déjale en paz, monstruo! —me chilló Drew mientras Dustin
pisaba a fondo el acelerador, y esta vez salieron pitando de verdad.
Entré en mi Escarabajo. Las manos me temblaban con tanta
fuerza que tuve que intentarlo tres veces antes de conseguir poner
el motor en marcha.
—Tan solo ve a casa. Tan solo ve a casa. —Repetí esas palabras
una y otra vez entre toses desgarradoras mientras conducía. No
quería pensar en lo que acababa de ocurrir. No podía pensar en lo
que acababa de ocurrir.
Tardé quince minutos en llegar a casa, pero me pareció que pasaban
en un abrir y cerrar de ojos. Me encontraba en el paseo de entrada
demasiado pronto, intentando prepararme para la escena que me
esperaba dentro, tan segura como que el rayo precede al trueno.
¿Por qué había estado deseando llegar allí? Supongo que técnicamente
no lo deseaba tanto. Supongo que tan solo estaba huyendo
de lo que había sucedido en el aparcamiento con Heath.
¡No! No iba a pensar en aquello ahora. Además, probablemente
había algún tipo de explicación racional para todo, una explicación
racional y sencilla. Dustin y Drew eran unos retrasados, cerebros
totalmente inmaduros llenos de cerveza. No había usado un nuevo
poder espeluznante para intimidarles. Tan solo les había asustado
ver mi marca. Era simplemente eso. Es decir, la gente tenía miedo
a los vampiros.
—¡Pero yo no soy un vampiro! —dije. Entonces tosí mientras
recordaba la hipnótica belleza de la sangre de Heath y el arrebato de
deseo que había sentido hacia él. No hacia Heath, sino hacia la
sangre de Heath.
¡No! ¡No! ¡No! La sangre no era bella ni deseable. Debía estar
bajo los efectos de una conmoción. Eso era. Tenía que ser eso. Estaba
en estado de shock y no podía pensar con claridad. Vale... Vale...
Distraídamente, me toqué la frente. Había dejado de quemar, pero
aún la sentía diferente. Tosí por enésima vez. De acuerdo. No
pensaría en Heath, pero no podía seguir negándolo. Me sentía
diferente. Mi piel estaba ultrasensible. Me dolía el pecho y, a pesar
de que llevaba puestas mis gafas de sol Maui Jim, seguía abriendo
los ojos con dolor.
—Me estoy muriendo... —gemí, y entonces cerré la boca al
instante. Puede que efectivamente me estuviese muriendo. Levanté
la vista hacia la gran casa de ladrillo que, después de tres años, aún no
sentía como mi hogar. «Supéralo. Simplemente supéralo». Al menos
mi hermana no habría llegado aún a casa. Ensayo de animadoras. Con
un poco de suerte, el trol estaría hipnotizado con su nuevo videojuego
Fuerza Delta: Black Hawk Derribado. Puede que tuviera a mamá para
mí sola. Quizá ella lo entendería... Quizá ella sabría qué hacer...
Ah, diablos. Tenía dieciséis años, pero de repente me di cuenta de
que no quería a nada tanto como a mi madre.
—Por favor, que lo entienda —susurré en una sencilla oración a
cualquier dios o diosa que pudiera estar escuchandome.
Como de costumbre, entré por el garaje. Recorrí el pasillo hacia
mi habitación y tiré el libro de geometría, el bolso y la mochila sobre
la cama. Luego, respiré hondo y fui, un poco temblorosa, en busca
de mi madre.
Estaba en el cuarto de estar, acurrucada en el borde del sofá,
bebiendo una taza de café y leyendo Sopa de pollo para el alma de
la mujer. Parecía tan normal, tanto como solía parecer. Salvo
porque solía leer romances exóticos y llevaba maquillaje de forma
habitual. Aquellas eran dos cosas que su nuevo marido no permitía
(menudo cerdo).
—¿Mamá?
—¿Hum? —No levantó la mirada.
Tragué con fuerza.
—Mamá. —Usé el nombre con el que solía llamarla antes de que
se casara con John—. Necesito tu ayuda.
No sé si fue el uso inesperado de «Mamá» o si algo en mi voz
activó una pizca de intuición materna que aún quedaba en algún
lugar de su interior, pero los ojos que levantó de inmediato del libro
eran dulces y estaban llenos de preocupación.
—¿Qué es, cariño...? —empezó a decir, pero las palabras se
congelaron en sus labios cuando sus ojos descubrieron la marca en
mi frente.
—¡Oh, Dios! ¿Qué es lo que has hecho ahora?
El corazón comenzó a dolerme de nuevo.
—Mamá, yo no he hecho nada. Esto es algo que me ha ocurrido,
no lo he provocado yo. No es culpa mía.
—¡Oh, por favor, no! —gimió como si yo no hubiera dicho una
sola palabra—. ¿Qué va a decir tu padre?
Yo quería gritar: ¡cómo íbamos ninguno a saber lo que iba a decir
mi padre si no le habíamos visto u oído nada de él desde hacía
catorce años! Pero sabía que no serviría para nada y siempre la
enloquecía cuando le recordaba que John no era mi verdadero
padre. Así que probé una táctica diferente. Una que había abandonado
hacía tres años.
—Mama, por favor. ¿No podrías ocultárselo? Al menos durante
un día o dos. Mantenerlo en secreto entre nosotras dos hasta que...
no sé... nos acostumbremos a ello o algo. —Contuve el aliento.
—Pero, ¿qué le diré? Ni siquiera puedes tapar esa cosa con
maquillaje. —Sus labios hicieron una mueca extraña cuando lanzó
una mirada nerviosa a la luna creciente.
—Mamá, no me refería a quedarme aquí mientras nos acostumbramos
a ello. Tengo que irme, ya lo sabes. —Tuve que hacer una
pausa cuando una fuerte tos hizo temblar mis hombros—. El
rastreador me marcó. Tengo que mudarme a La Casa de la Noche o
me pondré más y más enferma. —Y entonces moriré, intenté decir
con los ojos. Ni siquiera podía decir las palabras—. Tan solo quiero
un par de días antes de tener que enfrentarme a... —Me callé para no
tener que pronunciar su nombre, en esta ocasión provocando la tos
a propósito, lo cual no era difícil.
—¿Qué le voy a decir a tu padre?
Sentí un ataque de miedo ante el pánico en su voz. ¿No era ella
la madre? ¿No se suponía que ella tenía las respuestas en lugar de
las preguntas?
—Solo... solo dile que voy a pasar los próximos dos días en casa
de Kayla porque tenemos que entregar un proyecto enorme de
biología.
Observé el cambio en los ojos de mi madre. La preocupación se
disipó y dio paso a la dureza que conocía demasiado bien.
—Así que lo que estás diciendo es que quieres que le mienta.
—No, mamá. Lo que estoy diciendo es que quiero que, por una
vez, antepongas lo que yo necesito a lo que él quiere. Quiero que
seas mi mamá. ¡Que me ayudes a hacer el equipaje y me acompañes
a esta nueva escuela porque estoy asustada y enferma y no sé si
puedo hacerlo yo sola! —Acabé a toda prisa, respirando con fuerza
y tosiendo en la mano.
—No sabía que había dejado de ser tu madre —dijo con frialdad.
Me hizo sentir aún más agotada que Kayla. Suspiré.
—Creo que ese es el problema, mamá. No te importa lo suficiente
como para darte cuenta. No te ha importado nada salvo John desde
que te casaste con él.
Sus ojos se estrecharon al mirarme.
—No sé cómo puedes ser tan egoísta. ¿No te das cuenta de todo
lo que ha hecho por nosotros? Gracias a él dejé aquel horrible
trabajo en Dillards. Gracias a él no tenemos que preocuparnos por
el dinero y tenemos esta casa grande y bonita. Gracias a él tenemos
seguridad y un brillante futuro.
Había escuchado aquellas palabras tan a menudo que podía
haberlas recitado con ella. Era en este punto de nuestras no
conversaciones cuando yo solía disculparme y volvía a mi habitación.
Pero hoy no podía disculparme. Hoy era diferente. Todo era
diferente.
—No, madre. La verdad es que por culpa de él no has prestado la
más mínima atención a tus hijos durante tres años. ¿Sabías que tu
hija mayor se ha convertido en una putilla taimada y malcriada que
se ha tirado a medio equipo de fútbol? ¿Sabes qué sangrientos y
23 N N
desagradables videojuegos esconde Kevin? ¡No, pues claro que no!
Los dos actúan como si fuesen felices y fingen que les gusta John y
todo este rollo de familia de ensueño, así que tú les sonríes, rezas
por ellos y les dejas hacer lo que sea. ¿Y yo? Crees que soy la mala
porque no finjo, porque soy honesta. ¿Sabes qué? ¡Estoy tan harta
de mi vida que me alegro de que el rastreador me haya marcado!
Llaman a esa escuela de vampiros La Casa de la Noche, ¡pero no
puede ser más oscura que esta casa «perfecta»! —Antes de que
pudiera llorar o gritar, me di la vuelta y me fui sin decir palabra a
mi habitación, cerrando la puerta de un golpe tras de mí.
Ojalá se ahoguen todos.
A través de aquellas paredes demasiado delgadas pude oír a mi
madre haciendo una histérica llamada a John. No había duda de que
vendría a toda velocidad a casa para ocuparse de mí, «el problema».
En lugar de caer en la tentación que sentía de sentarme en la cama y
llorar, vacié la mochila de la porquería de la escuela. ¿Para qué lo
necesitaba a donde iba? Probablemente ni siquiera tienen clases
normales. Es probable que tengan clases como «Desgarrar la garganta
de la gente» e... e... «Introducción a cómo ver en la oscuridad». Lo
que sea.
No importaba lo que mi madre hubiera hecho o no, no podía
quedarme allí. Tenía que irme.
Así que, ¿qué necesitaba llevar conmigo?
Mis dos pares de vaqueros favoritos, aparte de lo que llevaba
puesto. Un par de camisetas negras. En fin, ¿qué otra cosa llevan los
vampiros si no? Además, te hacen parecer más delgada. Estuve a
punto de dejar mi bonita blusa de color celeste brillante, porque
todo ese negro iba a deprimirme más con toda probabilidad, así que
también la incluí. Luego llené la bolsa lateral de sujetadores, tangas
y cosas de maquillaje y para el pelo. Estuve a punto de dejar mi
peluche, Otis el Pes (no podía decir «pez» cuando tenía dos años),
sobre la almohada, pero... bueno... vampiro o no, no creía que fuese
a dormir muy bien sin él, así que lo metí con cuidado en la maldita
mochila.
Entonces oí llamar a mi puerta y aquella voz me habló desde
fuera.
—¿Qué? —chillé, y a continuación me convulsioné con un
desagradable ataque de tos.
—Zoey. Tu madre y yo tenemos que hablar contigo.
Genial. Estaba claro que no se habían ahogado.
Acaricié a Otis el Pes.
—Otis, esto es una mierda. —Estiré los hombros, tosí otra vez y
salí a hacer frente al enemigo.
3
A primera vista, el perdedor de mi padrastro, John Heffer, parecía
un buen tipo, casi normal. (Sí, ese es su verdadero nombre; y por
desgracia también es ahora el apellido de mi madre. Es la señora
Heffer. ¿Te lo puedes creer?). Cuando él y mi madre comenzaron
a salir, incluso escuché a alguna de las amigas de mamá decir que era
«guapo» y «encantador». Al principio. Por supuesto, ahora mamá
tiene todo un nuevo grupo de amigas, unas que el señor Guapo y
Encantador encuentra más apropiadas que el grupo de mujeres
solteras y divertidas con las que acostumbraba a salir.
Nunca me gustó. De verdad. No lo digo solo porque no pueda
soportarle ahora. Desde el primer día en que le conocí tan solo vi
una cosa: un farsante. Finge ser un tío majo. Finge ser un buen
marido. Incluso finge ser un buen padre.
Tiene el mismo aspecto de cualquier otro padre. Tiene el pelo
oscuro, piernas delgadas y está echando barriga. Sus ojos son como
su alma, de un color pardo pálido y frío.
Entré en la sala de estar y le encontré de pie junto al sofá. Mi
madre estaba acurrucada al borde, agarrándose las manos. Sus ojos
ya estaban enrojecidos y acuosos. Fantástico. Iba a hacer de madre
histérica y dolida. Es un papel que interpreta muy bien.
John intentó atravesarme con la mirada, pero mi marca le
distrajo. Torció el gesto con desagrado.
—¡Aléjate de mí, Satanás! —citó, con lo que a mí me gusta
llamar su voz de sermón.
Suspiré.
—No es Satanás. Tan solo soy yo.
—Ahora no es momento de sarcasmo, Zoey —dijo mamá.
—Yo me ocuparé de esto, cari —dijo el perdedor, acariciando su
hombro distraídamente antes de volver a centrar su atención sobre mí.
—Te dije que tu mal comportamiento y tu problema de actitud
te pasarían factura. Ni siquiera estoy sorprendido de que haya
ocurrido tan pronto.
Negué con la cabeza. Me lo esperaba. Es justo lo que esperaba y
aun así fue un golpe. El mundo entero sabía que no había nada que
pudiera hacerse para provocar el cambio. Todo ese «si te muerde un
vampiro, mueres y te conviertes en uno» no es más que pura
ficción. Los científicos han intentado durante años descubrir qué es
lo que causa la secuencia de eventos físicos que llevan al vampirismo,
con la esperanza de que si lo descubrían podrían curarlo, o al menos
inventar una vacuna para luchar contra ello. Hasta el momento no
había habido suerte. Pero resulta que ahora John Heffer, el perdedor
de mi padrastro, había descubierto de repente que el mal
comportamiento adolescente —en especial mi mal comportamiento,
que en su mayoría consistía en alguna mentira ocasional,
algunas ideas cabreantes y comentarios de listilla dirigidos principalmente
contra mis padres, y quizá algo de lujuria medio inofensiva
hacia Ashton Kutcher (es triste que le gusten las mujeres
mayores)— era de hecho lo que provocaba esta reacción física en mi
cuerpo. ¡Bueno, joder! ¿Quién sabe?
—Esto no es algo que yo haya provocado —conseguí decir
finalmente—. Esto no ha sucedido por mi culpa. Me lo han hecho.
Cualquier científico del planeta estaría de acuerdo con eso.
—Los científicos no lo saben todo. No son hombres de Dios.
Me le quedé mirando. Él era un patriarca de las «gentes de fe»,
una posición de la que estaba, oh, tan orgulloso. Era una de las
razones por las que mamá se había sentido atraída por él, y a un
nivel estrictamente lógico podía entender por qué. Ser un patriarca
significaba que un hombre tenía éxito. Tenía el trabajo adecuado.
Una bonita casa. La familia perfecta. Se suponía que hacía lo
correcto y creía en lo correcto. Sobre el papel tenía que ser una gran
elección como nuevo marido y como padre. Qué lástima que el
papel no hubiese mostrado la historia al completo. Y ahora, con
toda probabilidad, iba a jugar la carta del patriarca y a lanzarme a
Dios a la cara. Apostaría mis nuevos zapatos Steve Madden a que
aquello irritaba a Dios tanto como me cabreaba a mí.
Lo intenté de nuevo.
—Lo hemos estudiado en biología avanzada. Es una reacción
fisiológica que tiene lugar en los cuerpos de algunos adolescentes
cuando se eleva su nivel hormonal. —Hice una pausa, pensando
con detenimiento y totalmente orgullosa de mí misma por recordar
algo que había aprendido el semestre pasado—. En cierta gente las
hormonas desencadenan esto y lo otro en un... un... —Hice un
esfuerzo y recordé—: Un hilo de ADN desechado, que inicia todo el
cambio. —Sonreí, no a John en realidad, sino porque me asombraba
mi capacidad para recordar cosas de un tema con el que habíamos
acabado hacía meses. Sabía que la sonrisa fue un error cuando
observé aquella mandíbula familiarmente apretada.
—El saber de Dios supera a la ciencia y es una blasfemia por tu
parte decir lo contrario, jovencita.
—¡Nunca he dicho que los científicos sean más listos que Dios!
—dije lanzando las manos hacia arriba, al tiempo que trataba de
contener la tos—. Tan solo intento explicarte todo esto.
—No necesito que alguien de dieciséis años me explique nada.
Bueno, llevaba puestos esos pantalones realmente feos y aquella
horrible camisa. Estaba claro que necesitaba que una adolescente le
explicase algunas cosas, pero pensé que no era el momento adecuado
para mencionar su evidente y desafortunado problema con la
moda.
—Pero John, cariño, ¿qué vamos a hacer con ella? ¿Qué dirán los
vecinos? —Su cara palideció aún más y contuvo un sollozo—. ¿Qué
dirá la gente en misa el domingo?
John frunció el ceño cuando abrí la boca para contestar y me
interrumpió antes de que pudiese hablar.
—Vamos a hacer lo que debe hacer cualquier familia de bien. Lo
dejaremos en manos de Dios.
¿Me iban a mandar a un convento? Por desgracia, tuve que
ocuparme de otra serie de ataques de tos, así que siguió hablando.
—También vamos a llamar al doctor Asher. Él sabrá qué hacer
para apaciguar esta situación.
Maravilloso. Fantástico. Iba a llamar al loquero de la familia, el
Increíble Hombre Inexpresivo. Perfecto.
—Linda, llama al número de emergencias del doctor Asher y
luego creo que sería sensato activar la cadena telefónica de oraciones.
Asegúrate de que los otros patriarcas saben que tienen que
reunirse aquí.
Mi madre asintió y empezó a levantarse, pero las palabras que
salieron de mi boca hicieron que se dejara caer de nuevo en el sillón.
—¡Qué! ¿Tu solución es llamar a un loquero que no tiene ni idea
sobre adolescentes y traer a todos esos viejos estirados aquí? ¡No!
¿No lo entiendes? Tengo que irme. Esta noche. —Tosí con un
sonido desgarrado que me hizo daño en el pecho—. ¡Lo ves! Esto
irá a peor si no me voy con los... —Dudé. ¿Por qué era tan difícil
decir «vampiros»? Porque sonaba tan extraño y, parte de mí lo
admitía, tan fantástico—. Tengo que ir a La Casa de la Noche.
Mamá se puso en pie de un salto y por un instante pensé que iba
a salvarme. Entonces John le puso un brazo posesivo alrededor del
hombro. Ella le miró y, cuando volvió la mirada de nuevo hacia mí,
sus ojos casi parecían pedir disculpas, pero sus palabras, como era
típico, reflejaron solo lo que John hubiese querido que dijera.
—Zoey, seguro que no hará daño que te quedes aunque solo sea
esta noche en casa.
—Claro que no —le dijo John—. Estoy seguro de que el doctor
Asher verá necesario hacer una visita a domicilio. Con él aquí ella
estará perfectamente. —Acarició su hombro, intentando parecer
afectuoso, pero en lugar de dulce sonó viscoso.
Les miré a los dos. No iban a dejarme marchar. No esta noche, y
quizá nunca, o al menos no hasta que tuviera que ser sacada de allí
por los camilleros. De repente comprendí que no era solo por la
marca y por el hecho de que mi vida hubiera cambiado del todo. Era
una cuestión de control. Si me dejaban ir, de alguna manera
perdían. En el caso de mamá, me gustaba pensar que tenía miedo de
perderme. Y sabía lo que John no quería perder. No quería perder
su preciada autoridad y la ilusión de que tenía una pequeña familia
perfecta. Como ya había dicho mamá: ¿Qué pensarían los vecinos
y qué pensaría la gente en misa el domingo? John tenía que
preservar la ilusión, y si eso significaba permitir que yo me pusiera
muy, muy enferma, pues bien, ese era un precio que estaba
dispuesto a pagar.
Yo no estaba dispuesta a pagar, sin embargo.
Supongo que había llegado el momento de que tuviera el control
en mis manos (después de todo, tenían muy bien hecha la manicura).
—Vale —dije—. Llamad al doctor Asher. Poned en marcha la
cadena telefónica. Pero ¿os importa que vaya a echarme hasta que
todo el mundo esté aquí? —Tosí de nuevo por si acaso.
—Pues claro que no, cariño —dijo mamá, que pareció claramente
aliviada—. Puede que un poco de descanso te haga sentir
mejor. —Entonces se apartó del brazo posesivo de John. Sonrió y
luego me abrazó—. ¿Quieres que te dé algo para el catarro?
—No, estaré bien —dije, aferrándome a ella durante solo un
segundo, deseando con todas mis fuerzas que estuviésemos tres
años atrás y aún fuera mía... todavía de mi lado. Entonces respiré
hondo y di un paso atrás—. Estaré bien —repetí.
Me miró y asintió, diciéndome que lo sentía de la única forma
que podía, con los ojos.
Me di la vuelta y comencé a alejarme de ella en dirección a mi
dormitorio. A mi espalda, el perdedor dijo:
—¿Y por qué no nos haces un favor a todos y miras a ver si puedes
encontrar algunos polvos para tapar esa cosa que tienes en la frente?
Ni siquiera me detuve. Simplemente seguí andando. Y no pensaba
llorar.
Voy a recordar esto, me dije a mí misma con seriedad. Voy a
recordar lo terriblemente mal que me han hecho sentir hoy. Así,
cuando esté asustada y sola y lo que quiera que vaya a ocurrirme
empiece a ocurrir, voy a recordar que nada puede ser tan malo como
estar atrapada aquí. Nada.

primer capitulo de marcada!!

Marcada
P. C. Cast y Kristin Cast
Traducción de Jaime Ortiz Núñez
Pandora
Agradecimientos
Me gustaría dar las gracias a un maravilloso alumno mío, John
Maslin, por su ayuda en la investigación y por leer y compartir sus
opiniones sobre las muchas versiones provisionales del libro. Su
aportación fue inestimable.
Un enorme «¡Gracias chicos!» va para mis clases de escritura
creativa del curso 2005-2006. Vuestra lluvia de ideas fue de gran
ayuda (y muy divertida).
También quiero dar las gracias a mi fantástica hija, Kristin, por
asegurarse de que sonábamos como adolescentes. No podría haberlo
hecho sin ti. (Me ha obligado a ponerlo).
—P. C.
Quiero dar las gracias a mi adorable «mamá», más conocida como
P. C., por ser una autora de tan increíble talento y alguien con quien
es sencillo trabajar. (Sí, me ha obligado a ponerlo).
—Kristin
Tanto P. C. como Kristin dan las gracias a su padre/abuelo, Dick
Cast, por ayudar a crear la hipótesis biológica en la que se basan los
vampiros de La Casa de la Noche. ¡Te queremos papá/abuelo!
Del poema de Hesíodo a Nyx, personificación griega de la
noche:
«También se encuentra allí la tenebrosa casa de la Noche,
terribles nubes la envuelven en la oscuridad.
Ante ella, Atlas se mantiene firme y sostiene con solidez
el ancho cielo sobre su cabeza e infatigables brazos,
allí donde la Noche y el Día se acercan más
y se saludan al cruzar el umbral de bronce».
—Hesíodo, Teogonía, 744


Justo cuando pensaba que el día no podía ir peor, vi al tipo muerto
de pie junto a mi taquilla. Kayla hablaba sin parar con su habitual
cháchara y ni siquiera se percató de su presencia. Al principio. De
hecho, ahora que lo pienso, nadie más se fijó en él hasta que habló,
lo cual es, por desgracia, una prueba más de mi extraña incapacidad
para encajar.
—No, de verdad Zoey, te juro por Dios que Heath no estaba tan
borracho después del partido. En serio, no deberías ser tan dura
con él.
—Ya —contesté de forma distraída—. Claro. —Entonces tosí.
De nuevo. Me sentía como la mierda. Debía estar cayendo bajo lo
que el señor Wise, mi «más que un poco loco» profesor de biología
avanzada llamaba la Plaga Adolescente.
Si moría, ¿me libraría eso del examen de geometría de mañana?
Solo quedaba esa esperanza.
—Zoey, por favor. ¿Acaso me estás escuchando? Creo que sólo
se tomó unas cuatro, no sé, quizá seis cervezas y tal vez unos tres
chupitos. Pero en realidad eso no importa. Es probable que no
hubiera tomado casi nada si tus estúpidos padres no te hubiesen
obligado a volver a casa después del partido.
Compartimos una mirada de resignación, en total acuerdo sobre
la última injusticia cometida contra mí por mi madre y el perdedor
con el que se había casado hacía tres largos años. Luego, tras una
pausa de apenas un suspiro, K siguió con su parloteo.
—Además, estaba celebrándolo. ¡Me refiero a la victoria sobre los
de Union! —K me sacudió el hombro y acercó su cara a la mía—.
¡Hola! Tu novio...
—Mi casi novio —corregí, haciendo todo lo posible por no toser
en su cara.
—Lo que sea. Heath es nuestro quarterback, así que es normal
que lo celebre. Hacía como un millón de años que Broken Arrow no
ganaba a Union.
—Dieciséis. —Soy lo peor en mates, pero los problemas de K con
los números hacen que yo parezca un genio.
—Vale, lo que sea. El caso es que estaba contento. Deberías dejar
al chico en paz.
—El caso es que estaba hasta el culo por quinta vez al menos
esta semana. Lo siento, pero no quiero salir con un tío cuyo
principal objetivo en la vida ha cambiado de querer jugar al fútbol
universitario a intentar engullir un pack de seis birras sin vomitar.
Por no hablar del hecho de que se va a poner gordo con tanta
cerveza. —Tuve que parar para toser. Me sentía un poco mareada
y me obligué a respirar lenta y profundamente cuando pasó el
ataque de tos. K, con su parloteo, ni se dio cuenta.
—¡Aj! ¡Heath gordo! No es algo que una quiera ver.
Me las arreglé para evitar nuevas ganas de toser.
—Y besarle es como chupar pies empapados en alcohol.
K arrugó el gesto.
—Vale, enferma. Qué pena que esté tan bueno.
Puse los ojos en blanco, sin molestarme en intentar ocultar mi
enfado ante su típica superficialidad.
—Siempre estás de mal humor cuando te pones enferma. Da
igual, no tienes ni idea de la cara de perrito abandonado que Heath
tenía cuando le ignoraste en la comida. Ni siquiera pudo...
Entonces le vi. El tío muerto. Vale, me di cuenta enseguida de que
no estaba técnicamente «muerto». Era un no muerto. O un no
humano. Lo que fuera. Los científicos decían una cosa, la gente decía
otra, pero al final el resultado era el mismo. No había confusión sobre
qué era él, e incluso aunque no hubiera sentido el poder y la oscuridad
que emanaban de él, no había maldita forma de que me pasase
desapercibida su marca, una luna creciente de color azul zafiro en la
frente, además del tatuaje de nudos entrelazados que enmarcaba sus
ojos igualmente azules. Era un vampiro. Era algo peor, un rastreador,
Pues, joder, estaba ahí de pie junto a mi taquilla.
—¡Zoey, que no me estás haciendo caso!
Entonces el vampiro habló y sus ceremoniales palabras fluyeron
a través del espacio que nos separaba, peligrosas y seductoras, como
sangre mezclada con chocolate derretido.
—¡Zoey Montgomery! La Noche os ha escogido, vuestra muerte
será vuestro renacer. La Noche os llama, escuchad su dulce
llamada. ¡El destino os aguarda en La Casa de la Noche!
Levantó un dedo largo y pálido y me señaló. Con el estallido de
dolor en mi frente, Kayla abrió la boca y gritó.
Cuando las manchas brillantes desaparecieron al fin de mis ojos,
levanté la mirada hacia el rostro sin color de K, que me observaba.
Como de costumbre, dije la primera tontería que se me vino a la
cabeza.
—K, los ojos se te salen como los de un pez.
—Te ha marcado. ¡Oh, Zoey! ¡Tienes el perfil de esa cosa en la
frente! —Entonces se llevó la mano temblorosa a sus blancos labios
e intentó, sin éxito, contener un sollozo.
Me incorporé y tosí. Tenía un tremendo dolor de cabeza y me
froté el entrecejo. Notaba una punzada, como si me hubiera
picado una avispa y el dolor se iba extendiendo alrededor de los
ojos y bajaba hasta mis mejillas. Me sentía como si fuese a
vomitar.
—¡Zoey! —K ahora sí que lloraba y hablaba entre pequeños
hipos húmedos—. Oh... Dios... mío. Ese tío era un rastreador. ¡Un
rastreador de vampiros!
—K. —Guiñé los ojos con fuerza, en un intento de despejar el
dolor de cabeza—. Deja de llorar. Ya sabes que odio que llores.
—Estiré los brazos para intentar tranquilizarla tocándole los
hombros.
Ella se encogió de forma instintiva y se alejó de mí.
No podía creerlo. Se había apartado, como si me tuviese miedo.
Debió ver el dolor en mis ojos, porque al momento empezó de
nuevo con su cháchara incesante.
—¡Oh, Dios, Zoey! ¿Qué vas a hacer? No puedes ir a ese lugar.
No puedes ser una de esas cosas. ¡Esto no está pasando! ¿Con quién
se supone que voy a ir ahora a los partidos de fútbol?
Me percaté de que no se había acercado a mí en ningún momento
durante su arranque. Me aferré a ese sentimiento de dolor y
malestar en mi interior que amenazaba con hacerme romper a
llorar. Mis ojos se secaron al instante. Era buena ocultando las
lágrimas. Tenía que serlo, había tenido tres años para practicar.
—No pasa nada. Lo solucionaré. Es probable que no sea más que
un... extraño error —mentí.
En realidad no conversaba, tan solo hacía que salieran palabras
de mi boca. Todavía haciendo una mueca por el dolor de cabeza,
me puse en pie. Al mirar a mi alrededor tuve una ligera sensación
de alivio al ver que K y yo éramos las únicas en la sala de mates
y tuve que contener lo que sabía que era una risa histérica. Si no
hubiese estado totalmente atacada con el dichoso examen de
geometría que tenía al día siguiente, razón por la que había
corrido hacia mi taquilla para coger el libro con la intención de
intentar estudiar de forma obsesiva (e inútil) por la noche, el
rastreador me hubiese encontrado frente a la escuela con la
mayoría de los mil trescientos chicos que iban al Instituto Sur de
Secundaria de Broken Arrow, esperando a lo que el estúpido clon
de Barbie que tengo por hermana llama «la gran limusina amarilla
». Tengo un coche, pero estar allí con los menos afortunados
que tienen que ir en los autobuses es la tradición, por no mencionar
que es una excelente manera de observar quién pega a quién.
Por lo que parecía, tan solo había otro chico en la sala de mates; un
empollón alto y delgado con los dientes torcidos, de los que por
desgracia tenía un primer plano porque estaba allí de pie con la
boca abierta, y mirándome como si yo acabase de dar a luz a una
piara de cerdos voladores.
Tosí de nuevo, en esta ocasión una tos realmente húmeda y
desagradable. El empollón emitió un leve chillido y se escabulló por
la sala hacia el aula de la señora Day, aferrando un fino tablero
contra su huesudo pecho. Supongo que el club de ajedrez había
cambiado su hora de reunión a los lunes después de clase.
¿Juegan los vampiros al ajedrez? ¿Había vampiros empollones? ¿Y
qué hay de animadoras vampiras tipo Barbie? ¿Tocaba algún vampiro
en la banda? ¿Había vampiros Emo con su raro estilo «chico con
pantalón de chica» y esos horribles flequillos cubriéndoles media
cara? ¿O eran todos esos extraños chicos góticos a los que no les
gustaba demasiado lavarse? ¿Me iba a convertir en una chica gótica?
O peor, ¿en una Emo? No me gustaba particularmente ir de negro,
al menos no solo de negro, ni sentía una repentina aversión hacia el
agua y el jabón, ni tampoco tenía un deseo obsesivo de cambiar mi
peinado y llevar demasiado lápiz de ojos.
Todo esto se arremolinaba en mi cabeza mientras sentía que otro
pequeño ataque de risa histérica intentaba escapar de mi garganta,
y casi estuve agradecida cuando salió en forma de tos.
—¿Zoey? ¿Estás bien? —La voz de Kayla sonaba demasiado alta,
como si alguien la pellizcase, y se había alejado otro paso de mí.
Suspiré y sentí mi primera semilla de ira. Yo no había pedido
nada de esto. K y yo habíamos sido las mejores amigas desde tercero
y ahora me miraba como si me hubiese transformado en un
monstruo.
—Kayla, soy yo. La misma de hace dos segundo y hace dos horas
y hace dos días. —Hice un gesto de frustración hacia el dolor
punzante de mi cabeza—. ¡Esto no cambia quién soy!
Los ojos de K se llenaron otra vez de lágrimas, pero, afortunadamente,
su teléfono comenzó a sonar con el Material Girl de
Madonna. De forma automática, miró el identificador de llamada.
Adiviné por su expresión de cordero degollado que se trataba de su
novio, Jared.
—Venga —dije con voz floja y cansada—. Vete a casa con él.
Su mirada de alivio fue como una bofetada en la cara.
—¿Me llamas luego? —lanzó por encima del hombro, mientras
emprendía una rápida retirada por la puerta lateral.
La observé correr por el césped del lado este hacia el aparcamiento.
Pude ver cómo llevaba el teléfono móvil aplastado contra la oreja
y hablaba con Jared en pequeñas y animadas ráfagas. Estoy segura
de que ya le estaba contando que me estaba convirtiendo en un
monstruo.
El problema, por supuesto, era que convertirse en un monstruo
era la más atractiva de mis dos opciones. Opción número uno: me
convierto en un vampiro, que es igual que un monstruo para
cualquier ser humano. Opción número dos: mi cuerpo rechaza el
cambio y muero. Para siempre.
Así que las buenas noticias eran que no tendría que hacer el
examen de geometría al día siguiente.
Las malas noticias eran que tendría que mudarme a La Casa de la
Noche, un internado privado en la periferia del centro de Tulsa,
conocido por todos mis amigos como Escuela de Adiestramiento
Vampírico, en la que pasaría los próximos cuatro años sufriendo
extraños e innombrables cambios físicos, así como un cambio de
vida radical y permanente. Y todo eso solo si aquel proceso no me
mataba.
Genial. No quería hacer ninguna de las dos cosas. Tan solo quería
intentar ser normal, a pesar de la carga que suponían mis padres
ultraconservadores, el trol que tenía por hermano pequeño y mi
«soy tan perfecta» hermana mayor. Quería aprobar geometría.
Quería seguir teniendo notas altas para que me aceptasen en la
escuela de veterinaria de la Ohio State y largarme de Broken
Arrow, Oklahoma. Pero, por encima de todo, quería encajar; al
menos en la escuela. Lo de mi casa era una tarea imposible, así que
lo único que me quedaba eran mis amigos y mi vida lejos de la
familia.
Ahora también se me estaba arrebatando eso.
Me froté la frente y luego me revolví el pelo hasta que casi me
cubrió los ojos y, con un poco de suerte, la marca que había
aparecido sobre ellos. Me apresuré hacia la puerta que conducía al
aparcamiento de alumnos con la cabeza gacha, como si estuviera
fascinada con la porquería que se había acumulado en mi bolso.
Pero me detuve poco antes de salir. A través de los cristales que
se juntaban en las puertas de aspecto institucional podía ver a
Heath. Las chicas se arremolinaban a su alrededor, haciendo poses
y lanzando el pelo al aire, mientras que los chicos daban ridículos
acelerones a sus enormes camionetas e intentaban (y en la mayoría
de los casos fracasaban) parecer guays. ¿Quién iba a pensar que yo
elegiría sentirme atraída por eso? No, en honor a la verdad debo
recordarme a mí misma que Heath solía ser increíblemente dulce,
e incluso tenía sus momentos. La mayoría de ellos cuando tenía el
detalle de estar sobrio.
Las risillas tontas y agudas de las chicas llegaban revoloteando
hasta mí desde el aparcamiento. Genial. Kathy Richter, el putón de
la escuela, intentaba dar un manotazo a Heath. Incluso desde mi
posición era obvio que ella pensaba que golpearle era una especie de
ritual de apareamiento. Como de costumbre, el despistado Heath
no hacía otra cosa que quedarse allí sonriendo. Bueno, qué diablos,
mi día no iba a ir mucho mejor. Y ahí estaba mi Volkswagen
Escarabajo color turquesa de 1966, justo en medio del grupo. No.
No podía salir ahí. No podía caminar entre ellos con esta cosa en la
frente. Nunca más podría volver a formar parte de ellos. Sabía
demasiado bien lo que harían. Recordé al último chico al que un
rastreador había elegido en el Instituto Sur de Secundaria.
Sucedió al inicio de curso del año pasado. El rastreador había
venido antes del comienzo de las clases y había identificado al chico
cuando se dirigía a su primera hora de clase. No pude ver al
rastreador, pero vi al chico después, durante un instante, después
de que soltase sus libros y saliera corriendo del edificio, con la marca
brillando en su pálida frente y las lágrimas empapando sus blanquísimas
mejillas. Nunca olvidaré lo abarrotados que habían estado los
pasillos aquella mañana y cómo todo el mundo se había apartado de
él como si tuviera la peste cuando corrió para huir por la puerta
principal de la escuela. Yo había sido uno de esos chicos que se
apartaron de su camino y se le quedaron mirando, a pesar de que
sentía auténtica lástima por él. Lo único que no quería era ser
etiquetada como «esa chica que es amiga de esos bichos raros».
Ahora resulta bastante irónico, ¿verdad?
En vez de ir hacia mi coche, me dirigí hacia el baño más cercano,
que por suerte estaba vacío. Había tres puertas de inodoro. Sí,
comprobé cada una por si había pies. En una pared había dos
lavabos, sobre los cuales colgaban dos espejos de tamaño medio.
Frente a los lavabos, la pared opuesta estaba cubierta por otro
enorme espejo que tenía una repisa debajo para dejar los cepillos,
el maquillaje y qué sé yo qué más. Puse el bolso y el libro de
geometría en la repisa, respiré hondo y de un solo movimiento
levanté la cabeza y me puse el pelo hacia atrás.
Era como mirar a la cara de un desconocido que te es familiar. Ya
sabes, esa persona que ves entre la multitud y que jurarías que
conoces, pero que en realidad no es así. Ahora esa persona era yo:
la desconocida familiar.
Tenía mis mismos ojos. Eran del mismo color avellana que nunca
podía decirse si tendía al verde o al marrón, pero mis ojos nunca
habían sido tan grandes y redondos. ¿O sí? Tenía el mismo pelo que
yo. Largo y liso y casi tan oscuro como había sido el de mi abuela
antes de que empezara a volverse canoso. La desconocida tenía mis
mismos pómulos elevados, mi nariz larga y fuerte y mi boca ancha;
más rasgos heredados de mi abuela y de sus ancestros cheroqui.
Pero mi cara nunca había sido así de pálida. Siempre había tenido
un tono oliváceo, con la piel más oscura que nadie de mi familia.
Aunque tal vez no era que mi piel estuviese de repente muy
blanca... Quizá solo parecía pálida en contraste con el contorno azul
oscuro de la luna creciente perfectamente situada en el centro de mi
frente. O quizá era aquella horrible luz de fluorescente. Esperaba
que fuera por la luz.
Observé el tatuaje de aspecto exótico. Unido a mis fuertes rasgos
cheroqui, parecía otorgarme un toque salvaje... como si perteneciese
a un tiempo antiguo en el que el mundo era más grande... más
primitivo.
A partir de aquel día mi vida no volvería a ser la misma. Y por un
momento —solo un instante— me olvidé del miedo a no encajar y
sentí un inesperado arrebato de placer, mientras muy dentro de mí
la sangre de la gente de mi abuela se regocijaba.